Antonio Cañellas. | Teresa Ayuga

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Pocos saben que Mateu Orfila (Maó, 1787 - París, 1853), quien da nombre al hospital de referencia de Menorca, fue «el científico más importante de Baleares en los últimos 300 años». Son palabras de un apasionado de su historia, el traumatólogo Antonio Cañellas-Trobat, que hoy presenta el libro Mateu Orfila. Tesis doctoral París 1811, la primera vez que este relevante trabajo sale a la luz.

¿Cómo cayó este proyecto en sus manos?
—Tuve la ocasión de comprarla hace 20 años. La encontré en París, mientras buscaba material de diferentes autores, entre ellos Orfila. La tenía un librero anticuario. Fue una ocasión única y ahora se quedará in perpetuum aquí, en las Islas. Es un tratado de química y de medicina sobre las investigaciones de la orina de los ictéricos que hizo. En la presentación estarán las personas que me han ayudado a traducirlo, Jesús María Tanco, licenciado en Farmacia y Biología y Fèlix Grases, catedrático de Química Analítica.

¿Por qué la encontró en París?
—Fue allí donde terminó la carrera de medicina, tras hacer dos cursos en Barcelona que no le convalidaron en Francia. Se la sacó en apenas tres años e hizo la tesis en seis meses. Además publicó una importante cantidad de libros de consulta que todavía tienen vigencia. Sólo quedaba por ver la luz, la tesis doctoral.

¿Quién era Mateu Orfila?
—Está considerado el padre de la toxicología moderna. Su tesis se ve como una obra primigenia de investigación médica de laboratorios analíticos y fue un primer peldaño de una brillante carrera en la medicina del París del siglo XIX. Fue investigador, docente, académico y médico de cámara de hasta tres monarcas franceses. Además fue profesor perpetuo y decano de la facultad de Medicina de París durante casi dos décadas donde introdujo numerosos cambios como por ejemplo el sistema MIR que ahora se hace en España. Fue un gran reformador.

Se dice que también que intervino en asuntos judiciales célebres.
—Fue uno de los químicos más importantes de la historia, en lo que se refiere a la química, la minerología, el veneno o la toxicología legal. Intervino en el juicio de Marie Lafarge, que fue importante porque ella envenenó a su marido y los diferentes peritos no pudieron concluir y demostrar que el veneno en sus pasteles. Eso fue en 1940 y le hizo más famoso. Escribió un montón de libros sobre exhumaciones jurídicas, en una de sus investigaciones, en París, tuvo que envenenar a 4.000 perros.

¿Volvió alguna vez a Menorca?
—Volvió tres veces en toda su carrera, una de ellas con el rey Luís XVIII que atendía. Fue pionero en la emigración de cerebros. Hoy le recordaremos en la presentación con otra primicia: interpretando una partitura original y breve del compositor más importante de París que hubo en aquella época, que es un allegretto, y que he podido traducir.