Carme y Marco junto a sus tres hijos. | R.L.

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Nadie preparó a Carme Julià, de 45 años, para parir mediante cesárea, ni mucho menos para afrontar que los siguientes dos partos, de su hijo Guiem (2018) y el más pequeño, Martín (2022), también serían mediante esta intervención. Carme y Marco Valero son padres felices que ahora ven la cesárea como un proceso natural más. Rompieron los miedos y el estigma con el nacimiento del último hijo, que recuerdan como uno de los partos más bonitos que han vivido en el Hospital de Inca: pudo entrar su marido y ver todo el proceso, y la hermana de Carme, Maria Magdalena, fue la matrona que les acompañó.

Esta familia reivindica la importancia del acompañante en los partos. Una experiencia que, como expresa Marco, «vale toda una vida». Solo ha podido vivir el nacimiento de un hijo, pues en los partos programados, como fue el caso para Sofía y Guiem, no le permitieron acceder. «En el hospital recuerdan la cara que ponía mi marido, fue increíble, la mejor experiencia de mi vida», asegura Carme, quien apunta que «la tecnología ha avanzado tanto que en mi tercera cesárea apenas tuve dolor».   

Los miedos le llegaron en el mismo momento en que su hija Sofía, de 15 años, no salía de forma natural. «Fueron momentos de muchos nervios, encima estaba sola, mi marido no podía entrar, se quedó en una sala con otros padres».

El segundo

En 2018, Carme dio a luz a su segundo hijo, Guiem. El día que salía de cuentas fue complicado. «Entraron corriendo porque el bebé no tenía suficiente oxígeno. En esos momentos sin nadie, dice, «mi único comodín era el anestesista». Marco recuerda este parto muy malo. A él le dejaron en mitad de un pasillo, solo. «Sufría por todo, estaba muy jodido, llorando. Cuando estás así, se te abren todos los sentidos».

El último de la familia, Martín, llegó de la mejor manera que una madre puede imaginar. También fue por cesárea, aunque eso ya se lo habían advertido. Describe su marido Marcos que cuando vio la cabeza de Martín,  empezó a salir solo. Los profesionales tienen enmarcada esa bella imagen. Una vez fuera, el bebé se desplazó en busca de su madre. «Sin el doctor Agustí Hernández no hubiese sido tan bonito», dice Carme sobre el jefe de Ginecología del Hospital de Inca.

Todavía hay parejas que deciden no acompañar a la mujer a un parto por cesárea. «Es cierto que hay gente aprensiva o con miedos, pero es cuestión de implicación. A mí, los médicos me advirtieron que si me mareaba, no me prestarían atención porque lo primero era el bebé y yo lo entendí y acepté», opina Marco.

Estos padres instan a todas las parejas a participar en los partos. Carme confiesa que «la mejor experiencia es haber tenido a mi marido al lado. Igual que en los otros dos partos, por desgracia, quería salir y acabar, aquí me hubiese quedado mucho más tiempo». Y si alguna vez se ha sentido mala madre por no parir de forma natural, ahora ve la cesárea como un proceso igual de natural y extraordinario.