Decenas. En las urbanizaciones de Son Moix, muy cerca del colegio Montesión, hay decenas de caravanas aparcadas. No es la única zona residencial de Palma donde se repite este fenómeno. No muy lejos de allí, en La Vileta, Son Rapinya, Arabela, Son Xigala, Son Quint y Son Puig ocurre lo mismo.    | Alejandro Sepúlveda -

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Hasta hace poco, en Palma las caravanas se concentraban en la zona de Ciudad Jardín, algún polígono y el aparcamiento del polideportivo de Son Hugo. Sin embargo, en las últimas semanas la Policía Local ha detectado que muchos de estos vehículos se están trasladando a barriadas residenciales, como Son Moix, La Vileta, Son Rapinya, Son Quint, Son Xigala o Arabela. Esta expansión está aumentado las quejas y los roces con los residentes, algunos de los cuales no ven con buenos ojos a sus nuevos -y móviles- vecinos.

«A mí me parece muy bien que aparquen en zonas delimitadas para ellos, pero lo que no encuentro normal es que en esta calle tengamos siempre una docena de autocaravanas y no haya sitio para aparcar nosotros», se quejó una vecina de la calle Extremadura, entre el colegio Montesión y el polideportivo de Son Moix.

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En la calle Sevilla, no muy lejos de allí, la situación es casi idéntica. Se trata de una zona residencial, de alto nivel adquisitivo, con chalets, adosados y elegantes pisos, que a pie de calle está atestada de roulottes. «Las primeras llegaron poco antes de la pandemia, luego hubo gente que pasó el encierro por la COVID en las caravanas y ahora que ya no hay emergencia sanitaria el tema se ha disparado», cuenta Ignacio, otro de los afectados.

En una ocasión tuvo un leve incidente con uno de los camparistas, que por segunda ocasión aparcó delante su casa, quitándole el aparcamiento: «Salí cuando estaba maniobrando y le llamé la atención. No quería llamar a la policía, pero el hombre fue comprensivo y aparcó más abajo, junto al parque».

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En las exclusivas urbanizaciones de Arabela, Son Quint y Son Xigala, algunos vecinos están también en alerta por la aparición de los aparatosos vehículos. «Aparcan delante de los chalets y tiran las aguas sucias por las alcantarillas, no nos parece bien», lamentó una residente en la calle Mussol, junto a un campo de golf. Al margen de las caravanas, la aparición ahora de unas tiendas de campaña que se instalan en el techo de los coches han disparado las alarmas vecinales en aquellas barriadas: «Ya hemos detectado algunas».