Marina Andrés, durante la entrevista en su casa.

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Hay decenas de víctimas de falsos líderes espirituales o pseudoterapias en Baleares. Marina Andrés cuenta su historia de supervivencia. La primera sometida durante casi dos años a un maestro espiritual en Eivissa. La segunda, cuando acudió a un retiro de Ayahuasca en Mallorca que duraba cuatro días y llegó a ser una «locura».

Marina Andrés, 30 años: «Los gritos eran tan fuertes que me tuve que ir de allí»

Viajamos a diciembre de 2022. Marina Andrés, de 30 años, se apuntó a un retiro de Ayahuasca que organizó su pareja (ya expareja) en una finca de Campos. Trajeron a un chamán procedente de la selva de Colombia. «Pagábamos 150 euros por noche y los organizadores pagaron el billete del chamán y el de su ayudante. Ellos trajeron de la selva las plantas y envases de moringa plastificados donde introdujeron polvo de hojas de coca amazónica. No me enteraría de todo esto hasta pasado unos días. Ellos decidían quién podía tomar y quién no». Así comienza una corta, pero intensa, experiencia que le ha marcado en muchos aspectos.

«Toda la información de este retiro me llegaba de mi entonces pareja, que se dedica a la terapia alternativa. Éramos siete personas y lo que parecía ser este chamán era un ser de completa confianza, que vivía en la selva amazónica y que había practicado estos rituales toda su vida. Se vendía el retiro como una experiencia de desarrollo personal con plantas de la selva».

Marina, durante su encuentro con este diario.

Marina quiso acudir por el desarrollo personal que, a priori, era este retiro de cuatro días. Recuerda que al llegar a la villa, «la primera toma de contacto fue extraña. Mi expareja, que ya había realizado este ritual en Colombia, demostraba cierto fanatismo a este chamán, que decía ser alguien con una sabiduría increíble y al que debíamos tener cierto respeto y adoración».

Los gritos de su expareja
El consumo de Ayahuasca empezó el segundo día de retiro. Eran las 20 horas. «Nos decía que no pasaba nada, y como muestra de confianza, él ingirió también el líquido, pues decía que había mucho chamán falso y él, así, se mostraba humilde». Primero bebieron el líquido los hombres, luego las mujeres. Marina recuerda cómo una mujer empezó a vomitar en el momento de ingerir la bebida.

Un episodio la marcaría, cuando vio el estado en el que se encontraba su expareja: «Hacía movimientos extraños en el suelo, a meter la cabeza en el sofá, a dar palmas y a desplazarse. El chamán se lanzó hacia él, le abanicaron e intentaron sacarle de ese estado sin éxito. Los gritos eran tan potentes que me tuve que ir de allí», rememora. El ayudante, a todo esto, le dijo que era parte del proceso de sanación, que estaba todo bien.

Al poco tiempo, Marina tuvo que volver a entrar a la sala: «El chamán me había llamado. Una parte de mí no había perdido la conciencia. Le pedí a mi compañera que no se separara de mí. La situación que estaba vivienda era demasiado caótica. Quise ir hacia el chamán pero solo para conocer el estado de mi expareja. Me comunicaron que le habían encerrado en un cuarto, atado, para que no se hiciera tanto daño con los golpes que se estaba causando», afirma.

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El chamán le empezó a explicar que él gritaba porque tenía que pagar por lo que hizo en el pasado, entre otras cosas, porque había violado. A todo esto, recuerda, «me lo contaba cogiéndome por el cuello, no dejó de hablar durante horas, en bucle, con información de mi expareja. Me llegó a decir que me fuera con él a la selva a dar clases a niños pobres, si mi expareja no conseguía ser honesto».

A Marina le cuesta hablar del siguiente episodio, cuando ella se marchó a una habitación a dormir y él, a los pocos minutos entró. «No perdí la conciencia, y pude reaccionar para salir de ahí a tiempo». Se marchó a Palma con una de las participantes. «Me fui a casa de una amiga, no pude dormir, estaba en un estado de nerviosismo, me daban pinchazos en el cerebro y sentía mucho temblor. Pero ese chamán seguía en aquella villa, faltaban dos días más de retiro y venía gente incluso de fuera que ya había pagado».

Su expareja se recuperó, y al conocer que ella quería denunciar, él le confesó que si lo hacía, le investigarían a él y a la otra organizadora, empresaria de la Isla. Denunció a pesar de todo. Marina explica que el chamán ya había cobrado el servicio del primer día de Ayahuasca y los organizadores, al saber su denuncia, llamaron a un taxi y le reservaron un hotel. La policía sabía dónde se alojaba.

Han pasado tres meses de este episodio, pero Marina Andrés ha necesitado ayuda para transitar todo lo que ha vivido en esa villa. «Actualmente, sigo centrada en mi bienestar. Yo no soy víctima porque yo di mi consentimiento a la persona que era de mi confianza, mi ahora expareja. Pero fallé en no ser consciente si realmente quería participar».

De todo esto, tiene claro que el desarrollo personal es bueno, siempre que «las técnicas no pongan en peligro tu vida, y te sirvan para profundizar en ti mismo en un ambiente seguro. ¿Por qué no se regulan?», reflexiona.

Michael Murray, el gurú espiritual de Eivissa

En Eivissa hay un gurú espiritual que está en el punto de mira de la Policía. Se trata de un irlandés llamado Michael Murray y suma varias denuncias. Se hizo pública la detención de este gurú en 2022 y anteriormente estuvo en en búsqueda y captura. Una de las cosas que relatan algunas víctimas, y que se ha sabido a través de los autos, es que este gurú se presenta como un profesor de metafísica vinculadas a las teorías del New Age.

Murray aseguraba a sus víctimas diciéndoles que curaba el cáncer con sexo y que él era el arcángel San Migue, según recoge un medio irlandés y que publicó hace dos años Noudiari. El periódico extranjero pudo averiguar que el gurú espiritual mantiene un pequeño grupo de seguidoras quienes les consigue dinero para alcohol y drogas. Según las últimas investigaciones, continuaría malviviendo en Ibiza desde que fue puesto en libertad con cargos tras su última detención.