Joan Groizard, en un momento de la entrevista. | Jaume Morey

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El mallorquín Joan Groizard, director general del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE), adscrito al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demogràfico, estuvo el pasado viernes en Palma para asistir a la presentación de los autobuses municipales de hidrógeno verde.

Tras presentar los buses de hidrógeno en Palma, ¿cómo podrá desarrollarse esta energía renovable en Balears?
— El hidrógeno verde producido en la planta de Lloseta podrá ir más allá de los autobuses de Palma, llegando al transporte interurbano por carretera, al discrecional o a las flotas de rent a car. Habrá recurso disponible. Palma es la segunda ciudad de España en contar con buses de hidrógeno, después de Barcelona. No obstante, el hidrógeno tiene que servir también, y es una prioridad, para la movilidad más pesada: camiones de mercancías y transporte aéreo y marítimo, fundamentales en Balears. Igualmente, otro uso es la incorporación del hidrógeno a la red de gas natural, por ejemplo para el funcionamiento de hoteles. En transporte aéreo y marítimo, son transformaciones e inversiones muy importantes. Para esta década ya se prevén pruebas con aviones. Airbus ya está diseñando la propulsión con hidrógeno.

¿Será posible ver cruceros cargando electricidad en muelle?
— Hay que tener en cuenta que un crucero puede equivaler a la población de todo un municipio. La adaptación de la red eléctrica para alimentar un crucero supone una inversión costosa. Hay que asegurarse de que es viable. En este sentido, los cruceros presentan una complejidad que no tienen los ferris. Seguramente avanzaremos en esa dirección con los cruceros, pero hay que analizarlo bien. Creo que la problemática de los cruceros hay que enmarcarla también en el debate sobre el modelo de turismo y la capacidad de carga en unos territorios insulares. En cualquier caso, muy pronto hay que pensar en que los cruceros, bien en puerto o navegando, utilicen energías renovables.

Era de esperar, pero ya hay polémica con el segundo cable con la Península: oposición vecinal, debate sobre el trayecto por la bahía de Pollença o la de Alcúdia...
— Una segunda interconexión eléctrica de Mallorca con la Península es imprescindible para la transición energética. Además de las renovables que se desarrollen    y su suficiencia para atender la demanda, esa interconexión ofrece fiabilidad y seguridad. El hecho de que entre por Alcúdia tiene toda la lógica del mundo porque el primer cable entra por Santa Ponça y así se equilibra la seguridad de suministro. Entrando los dos cables por lugares distintos, se gana seguridad. En Alcúdia ya existía la principal fuente de generación eléctrica en Balears, la central de carbón de es Murterar. Cualquier obra pública, también en el ámbito energético, genera dudas o polémicas. Por ello, los técnicos tenemos que hacer más divulgación porque a veces se genera alarma desde el desconocimiento. Cables de este tipo y tuberías de gas los hay por debajo de cualquier ciudad del mundo. Eso sí, tiene que haber una tramitación ambiental y administrativa para el mejor diseño posible.

‘Boom’ de los autoconsumos en Balears ¿Habrá más dinero del Estado para esa demanda?
— El programa de financiación de los autoconsumos está funcionando muy bien, en Balears y en toda España. Hemos cruzado el umbral en que el autoconsumo puede ser absolutamente generalizable. Vamos a destinar al menos 500 millones de euros más de fondos europeos para ayudas al autoconsumo en toda España, aunque todavía no está perfilada la distribución de ese dinero por comunidades autónomas.

Hay cuestiones de la transición energética que funcionan muy bien, pero ¿hay que acelerar? ¿Nos viene el tiempo muy justo?
— No estamos en un riesgo climático. Estamos en una crisis climática y eso obliga a acelerar en todos los ámbitos, públicos y privados. Sin embargo, sin caer en el catastrofismo y mirando atrás, el trayecto que hemos realizado y su ritmo tienen que motivarnos para acelerar.    La energía se ha convertido en un tema central. La sociedad balear y española entienden la lucha contra el cambio climático y la apuesta por las renovables porque son más baratas, reducen la dependencia exterior -por no hablar de la guerra- y, además, generan empleo. El transporte público gratuito puede contriubuir a cambiar de mentalidad. Y si seguimos usando coche, ya sale a cuenta pasarse al eléctrico.

La ordenación del espacio marítimo ha definido dos zonas para eólicas marinas en Menorca, no en Mallorca.
— Es la primera vez en España que tenemos un marco de ordenación del espacio marítimo, que regula también la protección de la biodiversidad o los usos pesqueros. El 0,47 % de la superficie marítima española aparece como susceptible para la eólica marina. Esa superficie, sin llenarla toda, nos permitiría cumplir con los objetivos españoles para la eólica marina, que son de 3 gigavatios. Ha salido el mejor equilibrio posible para esta primera fase. Se estudirán los impactos visuales y ambientales individualmente. Es un primer paso muy importante, pero el plan se renovará cada seis años. El debate es muy sano. Cualquier infraestructura tiene impactos, pero la renovable es la que menos. Ver un molino o una placa es mejor que la alternativa de seguir quemando combustibles fósiles en la crisis climática.