Familias, usuarios y profesionales de Mater, en la exposición de 'TOCA'Mater', que permanecerá en Hotel Artmadams hasta el día 15. | Pere Bota

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El tacto es la principal premisa de los talleres de experiencias sensoriales de la organización Mater. En ellas, muchos usuarios, mayores y pequeños con diversos grados de autonomía y discapacidad, han sacado su creatividad a través del arte. Utilizaron materiales naturales, pensados para que los cuadros «se tocaran». El artista Jaume Falconer, y voluntario de la entidad, tuvo la idea de sacar adelante este proceso artístico. Junto con el arteterapeuta Tobias Schwizgebel y los profesionales de Mater Marta Font, Tomeu Rotger, Antònia Amengual y Cati Jordà pensaron así TOCA’Mater. Se trata de una exposición de 14 cuadros que se gestaron en los talleres de experiencias sensoriales en tan solo tres meses.

«Tenemos disparidad de personas con diversidad funcional y de edades, desde niños de cinco años hasta usuarios de la residencia. Lo que se intenta con estos talleres es acercarles el arte, ya que en su día a día es más difícil», apunta el arteterapeuta de la organización. Por cada uno de los 14 cuadros, que estarán expuestos en el Hotel Artmadams hasta el 16 de marzo, han podido pasar, al menos, 20 personas. Esto, en palabras de Tobias Schwizgebel, «ha permitido crear un vínculo en común: la expresión artística».

Materiales

Nico es un usuario de Atención Temprana de Mater. Acudió con su madre a la exposición. Señaló un cuadro, impresionado por lo que veía, tocaba y sentía. Un cuadro en el había participado y por ello le sorprendía verlo ahí. Hay obras repletas de materiales sacados de la naturaleza, otras con objetos reciclados. Hay algunas con arena y peines pintados de azul. «Hemos intentado que los usuarios tuvieran máxima autonomía en cada cuadro. Son obras muy variopintas y homogéneas, donde se explora con las texturas y las sensaciones táctiles», explica Schwizgebel.

El taller de experiencias sensoriales ha sido la última propuesta de Mater. Empezaron en enero y los profesionales se dieron cuenta enseguida que esto, más que un simple taller, era una especie de santuario artístico. En grupos diversos de cinco, los usuarios acudían a la sesión creando arte acompañados de sus profesionales. Además, durante este tiempo han hecho salidas para recoger material, como a la Fundació Deixalles que donó objetos de segunda mano. La necesidad de trabajar con el sentido del tacto, puntualiza Tobias, responde a que «una persona sordociega o con discapacidad intelectual puede así obtener la misma experiencia que mirando la obra».

Y si se habla de dificultades, este arteterapeuta defiende que «el proceso ha sido muy fluido. En general sí que tienen mucha facilidad en la expresión artística porque está relacionada con el juego y el placer». A pesar de que estos talleres que imparte Tobias no tenían como fin crear arte para exponer, sí que tras esta experiencia han detectado la gran influencia que tiene lo sensorial, la participación colectiva en una obra y la propia intención de pintar, manchar o crear arte sin pensar.