La playa de Es Trenc el pasado verano.

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Baleares alcanzó en 2022 16.475.579 llegadas turísticas. Una cifra que prácticamente calca la de 2019 (solo 397 turistas menos) y se queda a 76.000 de las de 2018, el año que marcó el máximo histórico. En todo caso, esos 16,5 millones de visitantes es el tope que se marca el Govern en su hoja de ruta hacia la remodelación de la industria turística de las Islas, el máximo que puede asumir el territorio balear.

La estrategia pasa ahora por otros frentes de batalla que llevan siendo repetidos como un mantra en los últimos años: incrementar la calidad, los servicios o el porcentaje de ocupación y, en todo caso, intentar reducir el número de llegadas al menos en los meses de centrales del año, cuando la sensación de saturación ha llegado a ser asfixiante tanto para residentes como para turistas. Una realidad que ni siquiera el propio sector niega.

La recuperación del turismo en Baleares tras la crisis pandémica ha sido un hecho. La vuelta a las cifras de llegadas preCOVID se ha visto además acompañado de la facturación más alta de la historia (17.316 millones de euros, 800 más que en 2019, el año récord en gasto turístico hasta ahora) y, a pesar de que la inflación y el aumento de costes ha limitado la rentabilidad de la temporada, ésta ha sido excepcional.

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Máxime en un contexto global en que la industria todavía se halla lejos de la recuperación en muchas regiones del planeta: las secuelas del coronavirus y -en menor medida- de la guerra en Ucrania, han mantenido a buena parte de los mercados emisores y receptores mundiales a un rendimiento mínimo. Con ese telón de fondo, Baleares había acumulado hasta septiembre las suficientes visitas como para colarse en el top 20 en un ranking de países más visitados en 2022, concretamente en el decimosexto puesto.   

Desde el Ejecutivo se tiene claro que se ha tocado techo en términos cuantitativos. Así lo asevera el conseller de Model Econòmic, Turisme i Treball,Iago Negueruela. «Creemos que es factible tener más ocupación con menos turistas. A pesar de las teorías de los que apostaban por la cantidad frente a la calidad se ha demostrado que vamos en buena dirección», reivindica. Esa cifra de visitas alcanzada este año, por tanto, «es un máximo que no se debe superar, sino que ha de tender a disminuirse», considera el conseller para insistir en que «debe haber una tendencia clara a la reducción de plazas turísticas».

El pleno empleo alcanzado esta temporada, asegura, apuntala el argumento: «Si durante seis meses al año has tenido pleno empleo, no necesitas crecer más». Otra cosa son las estrategias de redistribución de las visitas para repartir éstas mejor a lo largo del año, dinamizar la temporada baja y descongestionar los meses de verano. Asimismo, las reordenaciones de índole estacional también pueden combinarse con las geográficas y analizar qué puntos pueden descongestionarse mediante el desvío de turistas a otros más desahogados.

Antoni Riera, director de la Fundació Impulsa, se muestra reacio a fijar cifras tope y se declara más partidario de centrar la miras en «el modelo de producción». «Nadie conoce la capacidad de carga real de las Islas, no se puede hablar de un número, aunque es innegable el impacto social y ambiental que tiene a día de hoy», señala para añadir que, «lo importante es forjar una visión turística que aún no ha sido definida».

Las claves
  1. Menorca y Pitiüses, las islas que sí sumaron más visitas que en 2019

    Mallorca se quedó un 3,6 % por debajo de las llegadas de 2019. La recuperación de Menorca y las Pitiüses ha sido clave para alcanzar las cifras globales de ese año, con incrementos del 13 % y del 8%, respectivamente.

    Los mercados que más crecen: españoles, italianos y franceses

    Franceses (882.079 turistas) e italianos (736.000) son los dos mercados europeos que han superado las cifras de llegadas prepandémicas. Mención aparte merece el alza del mercado nacional, con 3,2 millones de visitas (2,7 en 2019).

    La guerra minimiza las visitas de los rusos: 120.000 turistas menos

    La guerra de Ucrania no ha supuesto un impacto importante en los flujos turísticos a Baleares, si bien ha relegado a cifras residuales las visitas de viajeros rusos, que hace tres años se situaba en poco más de 120.000 personas.