Colón, en el acto que cerró la exposición por los 80 años de Astilleros de Mallorca.  | Alejandro Sepúlveda

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«Tenemos que luchar por la calidad». Diego Colón, consejero delegado de Astilleros de Mallorca, pronunció ayer una conferencia para repasar los ochenta años de historia de la firma y su proyección a futuro. De la construcción de barcos de madera a principios del siglo XX a la especialización actual en reparación de yates, que ha permitido la consolidación del astillero este siglo y afrontar los desafíos que presenta un «mercado globalizado» en el que la competitividad en costes con otros puertos europeos ha desaparecido y hay que afrontar «costes logísticos».

La charla sirvió también como clausura de la exposición que se ha mantenido en La Misericòrdia con parte del fondo fotográfico de Astilleros, 6.000 imágenes históricas cedidas ahora al Consell. Colón repasó la fundación de la empresa en 1942 por parte de Javier de la Rosa y los hermanos Nicolau, carpinteros, y el desarrollo inicial en La Pedrera, en medio del actual Passeig Marítim. A finales de los 50 se comienza a desarrollar el actual paseo y, primero se instala un puente giratorio que cortaba el tráfico cuando se botaban embarcaciones. «Se llenaba de gente para verlo». En esa época se comienzan a construir en Palma barcos de recreo de cierta envergadura, como el Artemisa, de Javier de la Rosa.

En 1967 los astilleros se trasladan a su ubicación actual y se fusionan Astilleros de Mallorca con otra empresa, Ballester. Se profesionalizan los equipos y se inicia la mayor época de construcción de embarcaciones en Palma. Yates como El Cleopatra para la Shell, «ese barco causó sensación». Colón recordó que se incorporó a la plantilla como jefe de producción en el año 1981, cuando se construían tres o cuatro embarcaciones cada año en Palma. Entre ellos uno para transporte de gas licuado de 113 metros, «el más grande que se va a construir nunca, fue una aventura demasiado grande».

A finales de esa década, los astilleros entran en crisis con la gran reconversión del sector en Europa y desde 1994 se centra en la reparación de yates tras un cambio de propiedad. «Teníamos capacitación y precios imbatibles y cada barco que íbamos a visitar terminaba en Palma», dijo Colón.