Un instante del acto de entrega de los restos de Aurora Picornell y las Roges del Molinar, | Pere Bota

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Este sábado ha sido de aquellos difíciles de contener las lágrimas y los aplausos. «Ya están aquí», compartían con efusividad algunas de las más de 500 personas que asistieron al emotivo acto de homenaje y entrega de los restos de Aurora Picornell, su padre Gabriel Picornell –localizado en 2021–, Belarmina González, Catalina Flaquer y sus hijas Maria y Antònia Pascual Flaquer, conocidas como las Roges del Molinar.

Mientras la sociedad balear accedía en masa a la sala de actos del Conservatori de Música, la Banda Municipal de Palma y los xeremeiers observaban con respecto lo que iba a ser «un día muy emocionante que nunca olvidaremos», como expresó una asistente con los ojos llorosos. Porque «ya están aquí» tras años de trabajo y reconocimiento de los asesinados por el Franquismo.
Allí estaban ellas, sus restos pero en alma presente, revolucionando el acto homenaje en el que participaron la presidenta del Govern, Francina Armengol; el vicepresidente y conseller de Transició Energètica, Juan Pedro Yllanes; los alcaldes de Palma y Manacor, José Hila y Miquel Oliver, respectivamente, y toda la cúpula política progresista. La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y la ministra de Igualdad, Irene Montero, estuvieron en el acto.

Pero también fue un día agridulce, entre la alegría más pura y la compasión: «Perdonadnos por estos 86 años que hemos llegado tarde. Fueron asesinadas pero no han conseguido que las olvidemos», declaró Armengol emocionada. Cuando el acto comenzó pasadas las doce de la mañana, los representantes familiares subieron al escenario con los restos en seis cajas distintas. Arropados por los aplausos, no hubo contención y rompieron a llorar con el puño levantado. Mientras eso ocurría durante minutos se escuchaban de fondo gritos a favor de una tercera República y en contra de «los borbones».

La actriz Aina de Cos abrió la ceremonia con una magistral interpretación del texto Només quan plou en la que rememoró aquella fría noche del 5 de enero de 1937 en la que Aurora Picornell y las Roges fueron asesinadas por el Franquismo y los recuerdos que, años después, sacó a la luz la hermana de la Pasionaria de Mallorca (como se conoce a Aurora Picornell), Llibertat.

Emoción de las familias

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La histórica activista e investigadora Margalida Capellà Fornés lamentó que hayan estado tanto tiempo silenciadas. «Qué mal recuerdo nos trae el 5 de enero pero hoy esperan ser enterradas con dignidad. Exclamó Aurora aquella noche ‘companyes, no ens donen la llibertat, ens duen a la tapa’», recordó así esta parte de lo sucedido Capellà en su discurso.

Junto a ella, Maria Antònia Oliver, en representación de Memòria de Mallorca, dijo que «hoy puedo sentir gratitud. Nunca pensé que tras las reivindicaciones pudiera decir esto. Por tantas familias que han vivido con tortura la desaparición de sus seres queridos sin conocer las circunstancias». María Antònia rompió a llorar como la mayoría de los asistentes. «Es un día importante que quedará registrado en la historia».

Carlos Fernàndez salió en representación de las Roges del Molinar, un calificativo (rojas) que aclaró ser «desafortunado ya que en esa época separaba, era excluyente». Recordó a su abuela, su tía abuela y bisabuela con gran orgullo y a Belarmina: «No hemos encontrado a su familia». Pero los ojos enseguida se centraron en Jorge Molinero Picornell, hijo de Llibertat, hermana de Picornell:«Mi madre se decidió a contar la historia en los noventa. El hallazgo de estos restos culmina la vuelta a casa de la hija predilecta de Palma y pone fin a la injusticia. Lo que más me duele es que no haya podido ser ella [Llibertat] quien abra este acto». Y tras estas alocuciones, Bella Ciao sonó interpretada por la Banda Municipal de Música de Palma.

El homenaje puso fin a un reclamo dilatado en el tiempo. El público se levantó cuando sonó La Internacional, la canción más destacada del Movimiento Obrero. «Se cierran por fin las heridas abiertas, pero ha pasado mucho tiempo y somos conscientes de que hemos llegado tarde», lamentó Yllanes. Y en paralelo, el alcalde de Manacor espetó: «Estábamos hartos de tanto silencio».
La intervención de la ministra de Igualdad dejó claro que «la memoria es saber quiénes somos, de dónde venimos y por qué estamos aquí», y compartió su época en la que era militante de una «organización heredera de la de estas mujeres. Es un honor saber dónde tenemos que estar para honrar la democracia».

La ministra de Trabajo, por su parte, manifestó que «si hay deber ético para consagrar nuestros días ese es el deber de la memoria democrática, un acto de amor y lección». Una reflexión elogiada que finalizó así: «Frente a los partidos del odio ganará siempre la democracia». Sin embargo, la pluma de Aurora nunca dejó de escribir, como reza en la obra de Aina de Cos, y su historia seguirá latiendo.