Los cruceros, una de las preocupaciones de Palma XXI. | Jaume Morey

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Hoy a las 19.00 horas, Palma XXI presenta el anuario de la ciudad de 2022 en la Biblioteca de Cort. Un repaso por toda la actualidad que ha protagonizado la ciudad y que permite hacer un análisis de hacia dónde se dirige en un 2023 marcado por la cita electoral de mayo. «Pase lo que pase, esperemos que el que llegue no desmonte las buenas intenciones», señala la presidenta de Palma XXI, Cristina Llorente.

Insiste en que «es necesario un acuerdo entre todos los partidos políticos para que, tras las elecciones, no se cambie el proyecto de ciudad de arriba a abajo». La presidenta de la entidad es contundente: «Todos estos proyectos iniciados ahora tienen muy buenas intenciones. Ojalá lleguen a buen puerto pero están condicionados por lo que pase en mayo en las urnas. Es lo que pasó con el metro, con el tranvía y con los ejes cívicos. Nunca se acaba nada. No se puede hacer una ciudad a cachitos, necesitamos un plan común que vaya hacia un mismo punto».

El anuario de Palma XXI refleja «una ciudad postpandémica de la que creíamos que, con muy buenas intenciones, saldríamos mejores. Pero una vez superada la crisis, hemos recuperado los niveles de 2019 y volvemos a poner todos los huevos en la cesta del turismo sin límites». El anuario navega por 2022 a través de cuatro bloques: transición urbanística, movilidad y transición ecológica, transición social y transición económica. ParaLlorente, «hay ciertos halos de esperanza con el nuevo Plan General y el Plan deMovilidad Urbana Sostenible (PMUS). Hay una intención de convertir Palma en una ciudad más tranquila, más amable. Veremos a ver dónde acaba eso».

Sin vivienda

Alaba el proyecto del tranvía, «un incentivo para que la gente aparque el coche, pero aunque se niegue su intención turística, conecta la Plaça d’Espanya con el aeropuerto. Su trazado pasa por barrios de escasa densidad. Dicen que habrá más fases, ojalá que sí, pero estamos haciendo una ciudad a cachitos». También muestra su preocupación por el problema de la vivienda, cada vez más acuciante en la ciudad. «Seguimos viendo problemas para acceder a ella y se siguen incrementando los desahucios por impago del alquiler. Pero si alquilar es difícil, comprar lo es mucho más». Las movilizaciones vecinales contra el ruido en una Palma «convertida en un parque de atracciones» reflejan que «el turismo es parte del problema. Y sin mecanismos de control, todavía hay alquiler turístico», dice.