Imagen de archivo de una mujer llamando por teléfono. | R. L.

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Imagine que le hacen dudar de todo lo que piensan, ven o creen, y le convencen de que es erróneo su propio criterio. Este hecho que daña tiene nombre y es considerado un maltrato psicológico silenciado. Son víctimas del llamado gaslighting o, en castellano, luz de gas y se define como un tipo de manipulación para hacer dudar de absolutamente todo.

Dos psicólogas de Mallorca analizan este abuso psicológico y advierten de que es más frecuente de lo que nos imaginamos. Suele verse siempre en mujeres maltratadas que acuden a consulta en busca de ayuda. «Desde mi punto de vista, hacer luz de gas es una de las consecuencias más peligrosas que hay. Y en la práctica, esto tiene aspectos verdaderamente peligrosos por el hecho de que hagan dudar a la mujer de su propio criterio y su propia forma de percibir el mundo», matiza la especialista en violencia de género, la psicóloga María del Diego.

Un estudio de Psicología y Ciencia de la Educación de la UOC determina que dudar de la propia percepción y de los recuerdos, sentir inseguridad, tener baja autoestima, cerrarse en sí misma y tener dudas de una misma son las principales fases por las que atraviesa una víctima de luz de gas.

«La forma en la que actúan los maltratadores con sus víctimas es a través de la manipulación, el control y de hacerlas creer que la única postura correcta es la de él. Y al final, estas mujeres acaban creyéndoselo», justifica la psicóloga Jennifer Prata. En su caso, considera que aunque una mujer tenga una buena autoestima, «al final acabará creyendo a su pareja por la confianza», y es por ello que es tan peligrosa esta violencia.

Detectarlo

El maltratador suele necesitar controlar a la víctima y, en el fondo, presenta una baja autoestima, «porque si una persona está segura de sí misma no necesita esta dominación», añade    Prata. Detectarlo significa ver «micromachismos y microviolencias o ver una actitud de insistencia por parte de quien hace luz de gas –el repetir todo el tiempo que algo es como él dice–», añade María del Diego.

La dependencia o el apego emocional son estados que la víctima puede experimentar en una relación donde sufre luz de gas. Como herramienta para prevenirlo o salir de esta situación, recomiendan acudir a un especialista, es decir pedir ayuda, porque es en ese momento cuando se daría un paso hacia adelante. «Es importante que las víctimas confíen en la terapia y en que no necesitan cuestionarnos nada de lo que nos cuentan. Esto, para ellas, ya sería muy terapéutico», apunta Del Diego.