Los intentos de suicidio se han incrementado. | Redacción Digital

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Leía en este periódico hace unos días, la noticia de que en los últimos once meses, el Teléfono de la Esperanza había recibido 187 llamadas por crisis suicida, de las cuales 12 personas lo hicieron en el acto suicida en curso. Esta es la cifra más alta registrada hasta el momento, ya que el año pasado fueron siete llamadas. Ha preocupado en especial la gente mayor de 75 años. El 61 % de las llamadas en estos once meses ha sido por parte de mujeres, la gran mayoría de 36 a 65 años y la mitad (56%) en situación de soltería, viudas, separadas o divorciadas. La soledad y la incomunicación siguen siendo uno de los principales problemas para marcar un número de teléfono, en un 10 % de los casos, seguido de la ansiedad (6,7 %), la depresión (6,4%) y la crisis de proyecto vital ( 4,6 %). Pero la crisis de la conducta suicida predomina entre los motivos para llamar. La duración media de la llamada en los casos de crisis suicida es 26 minutos.

Los teléfonos para evitar conductas suicidas cada vez suenan más. El cóctel de la resaca de la pandemia, la crisis y la inflación ha elevado la desesperación de la población a cotas nunca vistas antes, relatan los expertos, y las llamadas para pedir auxilio y evitar el último paso se han multiplicado. El 024 del Gobierno encabeza esta necesidad y ha recibido 50.000 llamadas solo en seis meses, entre mayo y octubre, con una tendencia estable de 330 atenciones al día por consultas suicidas. Además, ha derivado más de 2.000 actuaciones a los servicios de emergencia 112 e intervenido en más de 800 suicidios en curso para frenarlos en el último momento.

Y si seguimos con datos a nivel nacional nos encontramos, que las muertes por suicidio entre menores de 15 años crecieron el 57% el año 2021, unas cifras de escándalo. Se quitaron la vida 22 menores de 15 años, el triple más que los que lo habían hecho en 2019. Un total de 4.003 personas se suicidaron en España en 2021 (1,6% más que en 2020).

Además, entre enero y junio de 2022 se han quitado la vida en España 2.015 personas: 7 niños y 30 adolescentes. En los 6 primeros meses de 2022 el mayor incremento de mortalidad se dio en la población de 1 a 14 años (+17%): en los tumores, cifra más alta, se ha reducido el 7% y por causas externas (entre ellas, el suicidio) se ha aumentado el 13,3%.

En los 6 primeros meses del año perdieron la vida por suicidio 150 jóvenes de entre 15 y 30 años, 31 personas más que en igual periodo de 2021. En todo 2021, fallecieron por suicidio 316 personas entre 15 y 30 años (5,3% más que en 2020), de los que 237 eran varones y 79 mujeres. Crecieron un 17% los suicidios de personas de entre 75 y 79 años, 10% entre los de 45 a 49, 9% de 60 a 64 y 4,5% de 50 a 54. Tres de cada cuatro personas que se quitan la vida en España son hombres: 2.982 de 4.003 personas que se suicidaron en 2021. En el primer semestre de 2022: 1.481 hombres de entre 2.015.

Todo ello necesitamos ponerle cara y rostro, palabras de quien ha tenido un intento de suicidio o quien ha vivido el suicidio de un familiar: «Yo nunca imaginé que se podría sufrir tanto, hasta que me convertí en superviviente. De repente tu vida se para y entras en una espiral de dolor, preguntas y sentimientos que no sabes como parar». «Sobrevivir al suicidio de Ariadna es la montaña que escalo cada día. Nuestra única hija se suicidó el 24 de enero de 2015. En nuestra casa siempre se ha hablado libremente de todo, por eso después del suicidio, nos dimos cuenta de que no habíamos tenido herramientas, no conocíamos la depresión, no sabíamos como ayudar».

«Si me hubiera suicidado, me habría perdido mi nueva vida. El anhelo de desaparecer se torna en lucha por la vida. Lo que hizo que me levantara de la cama fue hacer que mi familia dejara de sufrir». «Yo no quería morir, yo quería que me quitaran el sufrimiento que tenía dentro. Me sentía sola, fuera de todo y empecé a caer en una tristeza muy grande. No te quieres levantar, no quieres ir a entrenar, no quieres contactar con nadie y eso se va agrandando. Entré en una espiral de vacío tremendo y soledad que me llevó a pensar que en esas condiciones y con ese asfixiante y profundo dolor en el alma, no merecía la pena vivir. Y no encontraba otra salida que no fuera el suicidio. Cuando caminas alrededor de esa frontera, le pierdes el miedo a la muerte».

«El dolor era tan intenso, tan fuerte, un dolor que no se quitaba con nada de lo que tomaba, que pensé en quitarme la vida. Suerte que no lo hice». «No tenía familia, casa, tiempo, lo había perdido todo. Me sentía como una persona mayor tirada en un contenedor. No hacía nada pero estaba agotado. No podía tomar medicación porque llegaba la noche y veía mis demonios y sentía que me iban a llevar. Qué miedo cuando empiezas a sentir el miedo. Y eso se retroalimenta y entras en una espiral».

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La cohesión social es un elemento que favorece que no haya suicidios. Y sin duda, cualquier persona tiene que pensar que:

1. Las crisis tienen fecha de caducidad y nos traen una enseñanza

2. Lo primordial es buscar ayuda

3. No nos tiremos por la ventana antes de ver si nuestro caso tiene solución

4. Toda vida merece ser vivida

5. Dediquemos tiempo a nosotros mismos y experimentemos sin miedo la tristeza que vivimos para saber para qué nos está sirviendo. Sin juicios

6. Hay cosas que se han cerrado y cosas que no, sin duda

7. Experimentar el dolor pero evitar el sufrimiento

El suicidio continúa siendo, en muchos casos, un tema tabú. Hagamos que no lo sea. Hablemos del tema. Hablemos de las situaciones de depresión y desesperanza. Ayudemos.