Magdalena Gelabert en una imagen cedida por la autora. | Kike Oñate

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«El esplendor actual de la literatura catalana se debe a la existencia previa de una historia cultural sólida», asegura la filóloga manacorina Maria Magdalena Gelabert, que publica una segunda edición aumentada de su Breu història de la llengua catalana (Lleonard Muntaner Editor, 2022). En poco más de cien páginas la autora repasa ese legado, desde su nacimiento tras la romanización, pasando por el esplendor de los siglos XII y XV, con la expansión de la lengua por el Mediterráneo, y los diversos altibajos por los que ha transitado el catalán hasta la actualidad.

Esta fugaz pero intensa revisión histórica busca servir como herramienta para docentes y alumnos, especialmente de Bachillerato, e incluso para los que «no se hayan parado a pensar en su origen», explica Gelabert. La primera edición la publicó en 2002 al detectar «carencias» cuando ejercía como profesora de instituto.   

El libro narra el camino que ha hecho el catalán para dar una visión sobre «cómo hemos llegado hasta aquí». «Los historiadores dicen que es imprescindible conocer el pasado para comprender el presente y especular sobre cómo puede ser el futuro», dice la filóloga. «Ese era mi objetivo, dar una panorámica para deshacer ciertos prejuicios, como su origen, que es un dialecto o que no ha tenido literatura de peso», apunta. «La gran producción de poesía, novela y ensayo de ahora, que a través de la traducción traspasa las fronteras de los territorios de habla catalana, se debe a este pasado», insiste.

Los siglos de oro

La «extraordinaria» figura de Ramon Llull fue vital en la historia del catalán. «Es una personalidad inagotable, desde el punto de vista filosófico y literario, que usó esta lengua por toda Europa», reivindica la autora. Durante la vida del filósofo y escritor mallorquín se iniciaron los siglos de oro de este idioma, con otros nombres tan conocidos como el del valenciano Ausiàs March. «Esta riqueza cultural continúa hasta ahora y es la que queda en el subconsciente de los hablantes y hace que sean fieles para mantenerla», opina.

Gelabert lamenta que la lengua se «manipule políticamente», pero dice que no tiene ni banderas ni armas porque es una «herramienta cultural siempre positiva, como cualquier otro idioma», añade. «El catalán es tanto de derechas como de izquierdas, todo el mundo tiene derecho a hablarlo», afirma, y advierte del efecto perjudicial que puede tener para su salud si se «recluye», porque se debe aspirar a que sea usada por cuantas más personas mejor. «Aprender un idioma nunca hace daño, si deseas conocer y no perderte las cosas sobre la manera de vivir de un lugar, saber la lengua propia es esencial», concluye.