Productos ahumados de primera calidad donados por los supermercados. | Teresa Ayuga

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Lejos de lo que mucha gente pueda pensar el banco de alimentos no sufre los efectos de la inflación. Por primera vez en su historia llegan donaciones de productos alimentarios de gama alta porque los supermercados de más categoría no consiguen darles salida a tres días de su fecha de caducidad. El pasado viernes 12 de diciembre el banco de alimentos distribuyó mermas de salmón, a las Hermanitas, una de las entidades con las que colaboran históricamente.

«La sociedad española es muy solidaria. Somos un país con 46 millones de habitantes y en 2021 la operación kilo recogió 21.000 toneladas de alimentos. Francia, con 65 millones de habitantes solo recogió 11.000», explica el presidente de la entidad Raimundo de Montis Coll.

«No tengo palabras para agradecer a la ciudadanía lo que hace, ellos son el banco de alimentos y no nosotros que somos simplemente el brazo que reparte. Nuestro deseo sería que el banco quebrara por falta de demanda. Si eso ocurriera sería porque habríamos conseguido tener una sociedad más compensada», añade.

La rutina del banco de alimentos no varía en Navidad. «Cambia poco. Puede cambiar que nos llegue algún producto de Navidad, quizá aumentan algo las donaciones pero no demasiado. Es en el mes de noviembre cuando hacemos a Operación kilo tanto en su modalidad virtual como en la física, que ha regresado este año por primera vez desde que llegó la pandemia», dice Raimundo de Montis Coll.

Los recuentos realizados hasta ahora apuntan a que las donaciones de la Operación Kilo en Mallorca son este 2022 de 60 toneladas de alimentos y entre 40 y 50.000 euros. La demanda de alimentos ha pasado lo peor de la pandemia y recupera las cifras de 2019 pero «lo que más preocupa en este momento es que si continúa subiendo la inflación, con el cierre de la planta hotelera, la cosa se complique en enero y febrero», dice el presidente del banco de alimentos.

Raimundo de Montis Coll recuerda que «en 2019 y 2020 el Govern realizó un esfuerzo extraordinario para dar salida a los productos frescos del sector primario en las Islas, compraba producto fresco local que donaba al banco de alimentos. Distribuimos más de 300 toneladas. Este año no se ha podido hacer».

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En 2021 el banco de alimentos recibió y repartió 1.200 toneladas de alimentos (frescos y conservas) en su sede en Mercapalma y la previsión es que este 2022 se cierre con unas 300 toneladas menos. La organización recibe también 800 toneladas de alimentos gracias a fondos europeos, cifra que se mantiene igual este año. Distribuye los alimentos donados y los que adquiere con las aportaciones económicas de particulares y empresas entre un centenar de entidades que se dedican a la beneficiencia y reparten a su vez estos alimentos entre las personas más necesitadas de Mallorca.

La parte de comida procedente de los fondos europeos no se distribuye en la nave de Mercapalma sino a través de Acciona en Llucmajor. En todos los casos se busca un reparto proporcional entre todas las entidades.

«La pandemia fue nefasta para Mallorca, nuestro principal sector productivo (que es el turismo) se paralizó. Cambió totalmente la tipología de personas que necesitaban comida para poder sobrevivir. Nos llamaban familias de clase media en las que los dos miembros de la pareja se habían quedado en ERTE y cobraban el 70% de su suelo base. Nos llamaban avergonzados», dice Raimundo de Montis Coll.

La inflación de los alimentos se sitúa en estos momentos en el 15 % aunque la inflación global en España es del 6,8%. «Con 1.000 euros antes comprábamos 1.030 litros de aceite de girasol y ahora compramos 300 y eso solo con el aceite. También ha subido el azúcar, la harina, las pastas…», lamenta el presidente de la entidad.

A pesar de la pérdida de poder adquisitivo la sociedad balear sigue siendo una sociedad «muy solidaria» y las mermas de las grandes superficies (stock que se queda sin vender en los supermercados) se han disparado. La inflación no permite a las familias de clase media mantener sus anteriores hábitos de consumo y son cada vez más los productos de alta gama culinaria que se quedan en las estanterías. «Nos están llegando más cosas, productos muy buenos, hoy mismo hemos recibido cajas de salmones de una gran superficie de primer orden, se los hemos llevado a las hermanitas», relata el presidente del banco de alimentos.

Para Raimundo de Montis Coll el mayor despilfarro alimentario no se produce en las tiendas sino en los hogares de Mallorca. «Los supermercados pueden vender sus productos hasta tres días antes de la fecha de caducidad y si nos lo traen al menos se aprovecha», dice. Raimundo de Montis Coll lleva 17 años como voluntario del Banco de Alimentos de Mallorca, los últimos cinco años y medio como presidente.