Lucía Ebulabate, madre de María Ángeles, durante la entrevista. | Jaume Morey

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«La última vez que vi a mi hija fue en 2017, cuando la visité en Malabo (Guinea Ecuatorial). Hemos hecho de todo para que pudiera venir a España. Pero le deniegan el visado, a pesar de tener en Mallorca un contrato de trabajo. Mi madre, mis hermanos e hijos estamos aquí, menos mi hija María Ángeles, de 35 años. Es muy duro, lloro cada día; estamos en una situación límite».

Son las duras palabras de Lucía Ebulabate, guineana con nacionalidad española, que ha pedido traer a su hija a España sin éxito a pesar de tener todos los papeles en regla. En 2018 iniciaron un proceso para que pudiese venir, al menos de vacaciones. Para ello presentaron en la policía una carta de invitación, que luego sería entregada en la Embajada española en Malabo. Pero le denegaron esta carta. En 2019 volvieron a intentarlo. Se informaron muy bien de los requisitos para que esa carta de invitación fuera finalmente aceptada. «Hicimos esta solicitud y, aparte, un manuscrito que nos pedían. Se hizo todo bien pero la Embajada volvió a denegar el visado», relata Marcelino Itoji, administrativo y familiar de Lucía, a la que ayuda con este duro trámite. La familia decidió entonces acudir por otra vía. Esta vez prepararon los documentos para solicitar el visado por reagrupación familiar en régimen comunitario. Marcelino detalla que «una vez preparamos un listado enorme de documentación a la Embajada, pedimos incluso cita previa. María Ángeles acudió con todo en regla. Le denegaron de nuevo el visado porque no procesaba por su edad».

Permiso laboral

Este fue el cuarto intento de esta historia interminable. María Ángeles consiguió un contrato de trabajo en Mallorca gracias a sus hermanos, así que la Oficina de Extranjería en Balears le concedió el permiso de residencia (disponía así de su NIE) necesario para conseguir este tipo de visado. Parecía que todo iba bien hasta volvió a la Embajada, esta vez para pasar una entrevista personal. «Los funcionarios le hicieron preguntas absurdas y que no venían a cuento. Le denegaron el visado alegando que no se creían que venía a trabajar», explica, indignado, Marcelino.

Él y su madre, Lucía, presentaron un recurso contencioso administrativo. Y finalmente la sentencia estimó el recurso de esta familia. El 8 de noviembre volvieron a pedir cita a la embajada española en Guinea Ecuatorial y así demostrar que la Justicia les daba la razón y que María Ángeles era apta para tener un visado y venir a Mallorca ya que contaba también con el permiso de residencia. Lucía, su madre, menciona en esta entrevista que, un vez acudió su hija a la cita le dijeron que la llamaría. «Pero llevamos un mes y medio esperando esa llamada», sostiene.

María Ángeles no puede salir de Guinea Ecuatorial por ninguna vía legal. Su madre y Marcelino han gastado todas las balas. Recientemente se han puesto en contacto con la Oficina del Defensor del Pueblo para pedir petición de amparo. «Aportamos toda la documentación y las preguntas que le hicieron a María Ángeles desde la Embajada. Pero desde entonces no hemos obtenido tampoco respuesta». Ahora, un abogado le lleva el caso. Lucía es una guineana que lleva en España desde los años noventa, aunque como residente desde 2008. De sus tres hijos, solo María Ángeles sigue en GuineaEcuatorial. Allí no encuentra trabajo y su madre le envía dinero para subsistir. «Solo me queda hacer huelga para que España acepte el visado a mi hija. He pensado en plantarme frente a Asuntos Exteriores». Al fin, hoy, María Ángeles tendrá la última cita en la Embajada española. Hace poco le llamaron. Toda su familia espera que le den la buena noticia de aprobarle el visado.