Juan Pedro Yllanes, durante la entrevista, que se realizó en el Parlament. | M. À. Cañellas

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Ni se presentará a las próximas elecciones ni estará en el próximo Govern aunque gobierne la izquierda. La única duda que le queda por resolver a Juan Pedro Yllanes (Madrid, 1960) es si se reincorporará brevemente a la judicatura antes de una jubilación en la que ya piensa.

Usted es juez. ¿Qué pasa con la ley del sí es sí?
—Soy juez en servicios especiales. Pasa igual que con cualquier otra norma que modifica el Código Penal. Ante cualquier petición, e incluso de oficio, los jueces están obligados a hacer la comparación. Y si la norma nueva es más favorable que aquella por la que fueron condenados, se revisa. Lo que ha mostrado la revisión de sentencias, es la incapacidad que tenemos para aceptar que una modificación legítima puede provocar disfunciones.

¿Esta ley prevé penas más bajas?
—Ha hecho una modificación general de los delitos más graves contra la libertad sexual y, en algunos casos, al equiparar abuso y agresión, ha bajando las penas máximas en algún caso. Son los tribunales los que deciden si revisan o no, Y eso forma parte de la normalidad.

¿La ley no está mal hecha?
—No, la ley no está mal hecha. Tiene como objetivo principal defender a las mujeres y proteger a la víctimas. Y a partir de ahí, pueden producirse disfunciones porque entre un Código Penal y otro puede haber este tipo de conflictos; que resuelven los tribunales y forman parte de la absoluta normalidad. Actúa perfectamente tanto un tribunal que revisa como otro que no lo hace. Es más, actúa bien revisando en un caso y no en otro. Lo importante de las revisiones de sentencia es que son individualizadas en cada caso. Es un problema de confianza en la administración de justicia, no pasa nada.

¿Volverá a la judicatura cuando deje el Govern o se jubila ya de todo?
—No lo tengo decidido en este momento aunque sí lo tengo pensando. Me queda margen para decidir si pido la jubilación anticipada o vuelvo a la judicatura. Cualquiera de los dos escenarios me resultan enormemente atractivos.

¿Y un juez que ha pasado por la política podría volver a ejercer sin problemas morales?
—Absolutamente. Los jueces, como cualquier otro ser humano en este mundo tienen una ideología y haber tomado decisiones conforme a tu ideología no te impide volver a la jurisdicción. Ni muchísimo menos; todos los jueces tienen ideología, absolutamente todos.

¿Se deja un juez llevar en las sentencias por su ideología?
—No. Yo tendré mi ideología, valoraré o interpretaré conforme a normas que yo mismo me concedo pero como siempre he hecho desde el minuto uno de mi carrera judicial, en 1989, dictaré sentencia conforme a Derecho.

¿Se imaginaba así la política?
—Me podía imaginar que era así, aunque reconozco que el Congreso de los Diputados que yo conocí no tiene mucho que ver con el actual, seguramente porque entonces no estaba la extrema derecha. El debate era muchísimo más sosegado. Ha sido la irrupción de la extrema derecha lo que    ha provocado espectáculos lamentables. Sobre mi paso por la política, la gestión directa de fondos públicos en el Govern es más comprometido que el legislativo.    A seis meses de terminar la legislatura hago un balance positivo de mi paso por la política.

Cuando entró en el Govern me dijeron que estaba acostumbrado a mandar en la sala y que sería difícil entenderse con usted.
—Poco me conocía quien se lo dijo. Como juez mandaba lo que manda un juez en su sala. En el Govern hemos demostrado que somos capaces de ponernos de acuerdo y que la práctica totalidad de los acuerdos salen consensuados. Y eso también ocurre en el Congreso, se dialoga y se consensúa mucho aunque eso no llegue a la ciudadanía.

¿Se puede acallar el discurso de    Vox en el Parlament como lo haría un juez en su sala?
—Lo que hay que hacer con el discurso de Vox es contrarrestarlo    por vías democráticas. El discurso del otro día en defensa de la bandera no tendría mayor reproche, incluso en una sala de juicios, salvo pedir centrarse en la cuestión que estamos tratando. Hay    que ser respetuoso con las opiniones porque es    libertad de expresión. Diferente es cuando se llega a insultos y alusiones personales, como la diputada Toscano con    Irene Montero o como cuando Rodríguez me llamó chequista aficionado. Ese lenguaje supera el límite de lo tolerable.    No me cuesta la expresión cordón sanitario. Lo que tiene que hacer la ciudadanía para parar a la extrema derecha es votar. Vox se retrata a sí misma, no aportada nada.

¿Habría sido candidato de haber tenido Yolanda Díaz oportunidad de cambiar el modelo de Podemos?
—No descarto que Yolanda aglutine al final a todo ese espacio político. Estoy convencido de que antes de las elecciones generales habrá un análisis conjunto de la situación entre Podemos,    Sumar    y otros grupos. Y no descarto, de hecho estoy convencido de que así será,    que    Yolanda encabece ese proyecto para las generales. Y yo estaré encantado votar    con absoluto entusiasmo.

¿Se puede hacer algo desde la política contra el cambio climático?
—Creo que sí. El Govern es consciente de que atravesamos una crisis climática y lo primero que hizo al inicio de la legislatura fue declarar la emergencia climática en Balears y a partir de ahí empezamos a tomar decisiones. Estamos en el camino idóneo.

¿Y el turismo es compatible?
—Sí, es compatible con el cuidado de un territorio y un paisaje frágil. Ahí estoy en línea con el    conseller de Turisme. Abrir un debate serio    sobre el modelo turístico que queremos no tiene que ver con esa acusación de turismofobia.    Hay que incorporar al sector a los cambios.