El psiquiatra Mauro García. | R.L.

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Mauro García ha sido estudiante, es marido, padre y trabajador. Pero a pesar de todos los acontecimientos vitales que hayan podido surgir en su vida, su faceta de voluntario no la ha enterrado nunca. Ha buscado huecos donde no los había y ha convertido este trabajo altruista en un modo de vida.

Él es psiquiatra de profesión y actualmente imparte la asignatura de Psiquiatría en el grado de Medicina de la UIB. Aparte, el doctor Mauro García dice con orgullo que    es «voluntario del Teléfono de la Esperanza». Hoy se celebra el Día Internacional del Voluntariado y cada vez que se refiere a esta palabra no deja de pensar que hacer un voluntariado «te reporta cosas más interesantes que el dinero».

Empezó en el Teléfono cuando hacía las prácticas de su especialización en Madrid. Como era positivo que durante esa etapa cogiera experiencia con pacientes, se interesó por esta organización. «Todo cambió en el momento en que conocí a las personas y la filosofía de esta ONG. Eso me enganchó y cuando me vine a Mallorca en 1992 continué y no he parado. El Teléfono es muy flexible y adaptable».

Este es, seguramente, uno de los aspectos que más valora. Pero hay otro más importante que le ha retenido durante más de 30 años, y es que recibes «mucho más de lo que puedes dar; te realizas como persona y como profesional. De los compañeros y personas que atiendes te llevas lecciones de vida y a mí, esto, ya me compensa».

Familia

Mauro García presume de que sus cuatro hijas han seguido su camino. Cada una aporta su granito de arena en distintas ONGs y es algo de lo que el psiquiatra se enorgullece. «El truco para hacer un voluntariado y que sea compatible con tu vida personal y laboral es hacer esto, no como un sacrificio que te impones a ti mismo, sino hacerlo de forma amable y que te compense en cada momento. Yo tengo familia y no siempre ha sido fácil», reconoce.

Este psiquiatra, junto a otra compañera, cogen llamadas del Teléfono en casos muy extremos, pero aunque en esta etapa de su vida no está cada día con llamadas, Mauro sí que colabora en tareas como consultor o asesor y otras veces ofrece a quien lo necesite consejos u opinión. Como ejemplo, recuerda su colaboración con el departamento de Cooperación de la Universitat sobre asesoramiento de su especialización. «Esto no lo vivo como un sacrificio o una obligación, sino una oportunidad para mí y un privilegio. Es algo gratificante a nivel personal el hecho de poder ayudar, y por eso quiero insistir en que la clave está en que cada persona que quiera experimentar ser voluntaria lo haga en algo que realmente le aporte».

Una de las épocas que más recuerda fue la pandemia. Fue una momento en el que atendió a más personas desde el Teléfono de la Esperanza desde cualquier punto del país. «Como voluntario, esa etapa me pareció interesante e inspiradora por el hecho de poder escuchar esas llamadas, porque todos estábamos compartiendo la dureza de un momento que vivíamos con mucha incertidumbre». Y prosigue:«Reconozco que las personas que llamaban estaban en situaciones más precarias y yo, en ese momento, me puse en su piel, fui un compañero más.Porque en el Teléfono de la Esperanza nunca damos consejos, sino que intentamos escuchar y orientar cuando nos lo piden. Nuestra tarea es estar ahí y hacer que la gente que llama tenga un recurso para poder expresar su malestar».