El magistrado y escritor Joaquim Bosch en una imagen de archivo. | JESUS CÍSCAR

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Joaquim Bosch (portavoz de Juezas y Jueces para la Democracia entre 2012 y 2016 y actual Magistrado Decano en Moncada) hablará hoy en Palma de La corrupció del franquisme i els seus efectes en el sistema democràtic des de la perspectiva de la memòria en el marco del segundo ciclo Tardor de memòria que organiza la Direcció General de la Memòria Democràtica.
El director general Marc Andreu abrirá a las 10.30 horas la primera jornada del ciclo en la sala de actos de la sede de la Conselleria. La ponencia de Joaquim Bosch analiza la corrupción durante el régimen franquista, a partir de los casos más destacados así como las prácticas corruptas como forma de represión de económica. Se referirá a las diversas variantes de la corrupción en la dictadura y a su vinculación con el desarrollismo urbanístico y turístico del que Mallorca no es una excepción.

«Es absurdo culpar a Franco de que la corrupción haya llegado hasta ahora, es culpa de los responsables públicos y es responsabilidad de la ciudadanía exigir que se acabe con esas prácticas, pero solo podemos entenderlas si estudiamos su origen, y la dictadura es políticamente el principal precedente», dice Bosch. Aunque la mayoría de ciudadanos de Baleares tienen grabada en la memoria colectiva la Mallorca del franquismo que Berlanga retrató en El Verdugo, Bosch se queda con La escopeta nacional: «El Verdugo nos enseñó de forma socarrona que la única forma de prosperar en España era plegarse pero La escopeta nacional nos muestra lo que se mueve a la sombra del poder, los negocios que antes se hacían en las cacerías y ahora se hacen en otros espacios. Eso tiene mucho que ver con el desarrollo urbanístico y turístico de lugares como Marbella o Canarias, también con Mallorca».

«La proximidad al poder y el amiguismo han eliminado la libre competencia y en Balears representa otra forma de hacer negocios. Casos como el del expresident Jaume Matas son un ejemplo claro de la generación de redes corruptas que llegan al ámbito empresarial y confirman aquellas prácticas que se normalizaron en la dictadura», dice el magistrado. «Una corrupción tan extendida durante casi cuatro décadas tenía que dejar necesariamente secuelas importantes, la transición no fue capaz de romper con la corrupción procedente del franquismo, por las particularidades del periodo transicional, lo cual explica muchas de nuestras actuales patologías institucionales», añade.

Joaquim Bosch no es precisamente optimista en este caso: «Creo que en el ámbito político sigue habiendo una resistencia a cambiar las estructuras que permiten la corrupción. En España hay más de 100.000 cargos de confianza ocupando puestos en los que debería haber profesionales. Es una anomalía. Cambiar esa dinámica nos haría avanzar mucho en materia democrática, pero romper con esas dinámicas no es fácil, te puede explotar en las manos».

El magistrado habla sin tapujos de las dificultades los máximos órganos del poder judicial. «La colonización de políticos de los espacios públicos también se da en los órganos que tienen que vigilarlos como el Tribunal de Cuentas, el Tribunal Constitucional o la cúpula del Poder Judical. Renunciar a eso es renunciar a cuotas de poder, pero crea calidad democrática. Hay demasiado miedo a perder la influencia», dice. En el viaje al pasado franquista de su ponencia Bosch hablará de Joan March y su fortuna, repasará el desarrollo urbanístico y territorial desde la llegada del boom turístico y abordará sonados casos de corrupción, entre otros, el del túnel de Sóller.