Los reclusos mallorquines, ante la catedral de Santiago.

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«El miedo que hay en la cárcel a los presos es infundado y esta es una buena forma de demostrarlo». El sacerdote Jaume Alemany, de la Pastoral Penitenciaria de la cárcel de Palma, ha coordinado un año más la salida del centro de doce reclusos que han recorrido el Camino de Santiago. La ruta la han llevado a cabo bajo vigilancia de funcionarios y voluntarios y se ha completado sin ningún incidente.
Se trata de una iniciativa a nivel nacional, aunque la cárcel de Palma es la prisión que más viajes a Galicia acumula. Desde hace 22 años Jaume Alemany supervisa la salida anual, «que es algo complejo y nos lleva mucho trabajo».

Los reclusos que participan en esta iniciativa son de segundo grado y solo pueden viajar doce cada año. Se presentan muchísimos candidatos, porque la mayoría de reos quiere salir de su módulo, pero los criterios de selección son muy estrictos: «Si el recluso tiene algún tipo de adicción, como por ejemplo a las drogas o al alcohol, queda automáticamente eliminado de esa lista de candidatos», relató el religioso mallorquín. En el proceso selectivo también participa la Junta de Tratamiento, que valora cada caso personal, y el juez de Vigilancia Penitenciaria, que es quién debe autorizar en última instancia las salidas de prisión.

Finalmente, el pasado domingo viajaron a Galicia doce presos, acompañados por otros tantos funcionarios penitenciarios y voluntarios, además de Jaume Alemany. Volaron en avión a Santiago y de allí tomaron un avión a Sarria, para empezar la ruta jacobea. El director de la prisión, Francisco Baldonedo, se les unió el domingo, el último día.

22 kilómetros diarios

Durante los cinco primeros días, el grupo recorrió una media de 22 kilómetros diarios, hasta completar un total de 110. «Durante las caminatas, se elegía un tema para reflexionar, por ejemplo el perdón, y los presos participaban con sus opiniones. Es algo muy terapéutico», añadió. Los presidiarios, además, consiguen desconectar de su entorno habitual durante unos días, lo que supone, en opinión de Alemany, un progreso personal significativo: «Hay que apostar por la reinserción, no solo castigarles. Y es una forma de demostrarle al Ministerio del Interior que este camino es posible. En la semana que ha durado el viaje no se ha registrado ni un solo incidente. Ni en nuestro grupo de Palma ni tampoco en otros de la Península». El último día, las distintas comunidades confluyeron en el Monte del Gozo. «Ha habido suerte hasta con el tiempo: no ha llovido ni un solo día. Y eso, en Galicia, es un milagro», bromeó el sacerdote.