La Serra de Tramuntana es el destino estrella del montañismo en Mallorca.

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El boom de las actividades de montaña en Mallorca, desatado a raíz del final del Estado de Alarma en 2020, ha catapultado a la Federación de Montañismo de Baleares (FMB) hasta el cuarto puesto del ránking de federaciones deportivas de las Islas solo por detrás del fútbol, el golf y el baloncesto. Con el otoño arranca la temporada alta de excursionismo y se dispara el número de salidas, especialmente en la Serra de Tramuntana, principal destino del montañismo en Baleares.

La montaña no solo atrae al público local, también al turista y con la progresiva masificación de la Serra cada vez surgen más voces que claman por una mejor señalización de las rutas. No solo las cifras de federados son de récord, también lo son las de rescates de montaña. El debate está sobre la mesa. Hay que señalizar para prevenir accidentes sin provocar con ello un efecto llamada que ponga en riesgo la conservación ambiental. Es un juego de equilibrios entre todas las partes.

Una década después de su protección como Patrimonio de la Humanidad, Tramuntana es la gran joya del turismo de naturaleza en Mallorca y sin embargo no existen a día de hoy, datos reales que midan la presión humana sobre el entorno. En el año 2019 la Conselleria insular de Medi Ambient anunció la instalación de contadores de personas en algunas de sus fincas públicas como Galatzó y Estellencs. Aquellos contadores siguen a día de hoy en «fase de pruebas»

Los alcaldes reclaman sin éxito que se pongan en marcha protocolos adecuados de intervención para evitar los problemas derivados de la masificación en las zonas de montaña. El aumento del impacto medioambiental y de los rescates de excursionistas son algunas de las derivadas más visibles. Si en algo coinciden los profesionales, los amateurs, los cuerpos de seguridad y rescate y los alcaldes es que «En determinados momentos, sobre todo cuando nieva, la Serra parece un parque temático». Es importante prevenir y tomar medidas para evitar que las excursiones puedan salirnos caras.

Desde el año 2014 se han duplicado los rescates de montaña por parte de los bomberos de Mallorca. Han pasado de 112 en 2014 a 243 en lo que va de 2022. Ya estamos bastante por encima de las cifras de 2021 y la temporada alta aún no ha empezado. Escorca lidera el ránking de municipios con más rescates (59 intervenciones) seguido de lejos por Deià (18), Artà (16) y Sóller (15). La Federación Balear de Montañismo (FBM) refuerza la apuesta por formar adecuadamente a sus federados.

Información vs Protección

Entre los primeros consejos que ofrece el departamento de Seguridad en Montaña de la FBM está la planificación de la actividad con la máxima información posible (libros, mapas, internet, etc) y ahí surge uno de los grandes debates y retos: señalizar las rutas senderistas sin provocar un efecto llamada que pueda provocar un daño ambiental.

El Govern mantiene un pulso abierto con la editorial Alpina a la que abrió un expediente sancionador por incluir en sus mapas de senderismo las llamadas ‘zonas de exclusión’. Sobre el papel son las zonas de mayor valor ambiental en las que está prohibido el excursionismo pero el propio Govern, la comunidad de montañeros y las plataformas de defensa de los caminos públicos han venido denunciando un mal uso de esta figura que ha permitido cerrar caminos con servidumbres públicas de paso como el de Ternelles que daba acceso a Cala Castell (Pollença).

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«Nosotros somos los primeros interesados en proteger la naturaleza, es nuestro espacio vital, sin él no existiría el montañismo pero se tiene que hacer una protección acorde con los valores ambientales y no proteger en exceso por intereses ocultos (que todo el mundo conoce). El de Ternelles es un caso de libro», explica el presidente de la FMB, Xisco Fanals. Fanals medió entre la Conselleria de Medi Ambient y la editorial Alpina para intentar encontrar un equilibrio satisfactorio para todas las partes. No ha habido acuerdo.

El Pla d’Ordenació dels Recursos Naturals (PORN) de la Serra de Tramuntana veta el excursionismo en determinados enclaves de especial relevancia ambiental introduciendo la figura de las llamadas ‘zonas de exclusión’ en las que solo se permite el uso científico. El caso más sonado es sin duda el de Ternelles. Allí la familia March (propietaria de la finca y del camino de acceso a Cala Castell) ha logrado tras años de batalla judicial eliminar la servidumbre pública de paso que previamente había reconocido el Tribunal Supremo.

La justicia estimó la argumentación de la propiedad de que, dado que existe una zona de exclusión en el acceso a Cala Castell en la que no se permite el excursionismo, no cabe mantener en el planeamiento urbanístico la servidumbre pública de paso hasta el mar. El Supremo obligó al Ajuntament de Pollença a borrar el paso público de su planeamiento. De nada sirvió el intento del Govern de sortear el bache introduciendo una modificación en la tramitación de la Llei de Evaluació Ambiental que convierte el excursionismo en un ‘uso autorizable’. El alto tribunal afeó este ‘atajo’ y dejó claro que solo una modificación del PORN tramitada en tiempo y forma (con la pertinente exposición pública y la oportunidad de presentar alegaciones) puede eliminar o introducir usos públicos.

El Govern inició formalmente hace ya más de dos años la modificación del PORN rebajando la protección ambiental en algunas zonas de exclusión que considera que no responden a una justificación ambiental. Realizó la pertinente exposición pública pero a día de hoy aún no ha resuelto las alegaciones presentadas. El nuevo texto no solo ha sido criticado por propietarios de fincas sino también por entidades ecologistas como el GOB que temen que se abra la veda a una rebaja generalizada de la protección ambiental.

Según la normativa actualmente vigente atravesar durante una excursión una ‘zona de exclusión’ puede ser objeto de una cuantiosa multa. Según el último balance de datos facilitado por la Conselleria de Medi Ambient, en 2021 se registró el pico máximo con un total de 29 expedientes de infracción abiertos en la Isla, 16 de ellos en la Serra de Tramuntana y 16 en el Parc Natural de s’Albufera.

El montañismo en Mallorca ha vivido dos grandes booms en los últimos veinte años. El primero (entre 2012 y 2015) coincidió con el auge de las carreras de montaña y el segundo llegó con la pandemia. A día de hoy hay 5.141 federados de los que 4.820 están en Mallorca, 75 en Menorca, 239 en Ibiza y 7 en Formentera. Supone un salto cuantitativo (397 nuevos asociados) respecto a antes de la pandemia, el segundo mayor de su historia por detrás del que se vivió entre 2012 y 2015 cuando sumó casi mil federados extras. Cualquier interesado se puede federar con una cobertura autonómica desde 73 euros y a nivel nacional desde 91 euros.

La FBM defiende los intereses de los deportistas ante las instituciones, los propietarios, las normativas, participa de la organización de pruebas competitivas y no competitivas y ofrece por ley un seguro de responsabilidad civil y administrativa. En los últimos años ha reforzado los esfuerzos en formación, especialmente en materia de seguridad.

No todos los senderistas que salen a la montaña en otoño son población local. El montañismo es un sector turístico estratégico para el departamento insular de Turisme dado su potencial desestacionalizador. La temporada arranca en enero y es buena hasta mayo. Después vuelve a repuntar en septiembre. Ya son muchas las empresas internacionales, principalmente de la Europa Continental que han establecido base en Mallorca. También crecen las empresas locales que se especializan en el sector. A diferencia de lo que ocurre en otros lugares de España y del mundo, en Mallorca el PORN prohíbe pintar sobre las rocas por lo que toda la instalación de señalización es difícil y cara. Eso hace que escasee. Encontrar el equilibrio entre la señalización y la conservación es complicado. El debate sigue abierto.