Sedi Behvarrad posando, para este diario. | Jaume Morey

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«La gente ha despertado y los más jóvenes ya saben cómo viven los familiares de los que forman parte del régimen dictatorial islámico; sus hijos viven fuera del país, en EEUU o Europa, y pueden hacer todo lo que en Irán está prohibido», lamenta Sedi Behvarrad, una de las muchas iraníes que a principio de los años ochenta, poco después de la Revolución Islámica de 1979, huyó de su tierra, a la que no ha vuelto nunca. Behvarrad, que está casada con un mallorquín, está muy pendiente de las protestas contra el uso obligatorio del velo, que comenzaron hace dos semanas a raíz de la muerte bajo custodia de una mujer kurda llamada Mahsa Amini, que la habían detenido por supuestamente incumplir las exigencias de vestimenta forzosa para las mujeres.

«Cómo es posible que la maten porque se le vea un poco el pelo», se pregunta Behvarrad, que encarna todo lo que se les niega a las mujeres de su país: no lleva velo porque no es creyente, tiene estudios universitarios y es empresaria. «Los iranís solo piden vivir en libertad, nada más, poder salir a la calle vestidos como quieran», dice. Behvarrad teme que las fuertes movilizaciones contra el régimen pierdan fuerza y se disipen con el tiempo y, por ello, cree imprescindible la intervención de la comunidad internacional. «El futuro de la protesta depende de si el mundo ayuda o no a Irán, en caso contrario, estoy segura de que matarán a todos los que han participado; es un país que mata, no es una broma», advierte. Destaca que el presidente español, Pedro Sánchez, haya tardado más de una semana en pronunciarse sobre el tema, al igual que la ministra de Igualdad, Irene Montero. «Su posicionamiento es muy importante, al igual que el del resto de mandatarios de otros estados», afirma Behvarrad, y recuerda que muchos países tienen buenas relaciones con Irán porque exporta recursos energéticos, como petróleo.

Sobre el alcance de la protesta y gran participación de los hombres, Behvarrad comenta que son los padres, hermanos e hijos de las mujeres que están en las calles reivicando más derechos. «Ven qué hacen con ellas y también salen a la calle, todos ponen el cuerpo y muchos están muriendo», lamenta. Hasta ayer, al menos 76 personas han muerto en las protestas contra la policía de la República Islámica de Irán.

Futuro incierto

En las últimas semanas también ha habido manifestaciones de hombres y mujeres a favor del régimen iraní. Sobre esto, Behvarrad afirma que hay gente que se beneficia de las políticas del gobierno. «El régimen se mantendrá como sea, está muy estructurado, que ceda, aunque sea un poco, dependerá del apoyo internacional», insiste, y añade: «Que los jóvenes puedan vivir en paz es lo mínimo que se les puede permitir». Behvarrad recuerda que, durante los más de cuarenta años de dictadura, han desaparecido «millones» de personas y que la policía se inventa las razones. Irán, actualmente, tiene más de 80 millones de habitantes. La iraní, que conoció a su marido en Canarias, rememora que tuvo que irse de su país porque no «cuadraba» en los esquemas y que de no haber sucedido la Revolución Islámica seguiría allí.

Punto de vista

Irán también reprime a los kurdos

Este jueves aumentó a catorce el número de muertos en el ataque iraní del miércoles contra grupos de la oposición kurdos en la región del Kurdistán iraquí, en el norte del país, en el que otras 59 personas resultaron heridas, por supuestamente apoyar las protestas que sacuden Irán por la muerte de Mahsa Amini, según informaron ayer a Efe fuentes del Ministerio de Salud kurdoiraquí. Entre las víctimas de la serie de bombardeos llevados a cabo por la Guardia Revolucionaria iraní hay mujeres y niños, según la misma fuente. La ONU mostró preocupación por este ataque en Irak.