Imagen de una de las valoraciones para saber si se reconoce la dependencia. | CAIB

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La Conselleria d'Afers Socials recibe una media de 55 solicitudes al día de personas que piden que se reconozca su situación de dependencia, el paso inicial para acceder a los servicios y a las ayudas reconocidas por la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a la Dependencia. Así lo ha detallado este lunes la Conselleria en un comunicado en el que añade que un 49,8% de las solicitudes se corresponden con personas mayores de más de 80 años, mientras que un 23% son de solicitantes de entre 65 y 79 años y un 6,9%, de menores de 18 años. Según los datos de dependencia del Govern, en junio de 2022 había 25.452 personas que reciben apoyo de atención a la dependencia --20.512 en Mallorca, 2.415 en Menorca, 2.356 en Ibiza y 169 en Formentera-, una cifra que se ha duplicado en los últimos ocho años. Además, el 61,1% de las solicitudes son de mujeres. «La dependencia es un estado de carácter permanente en que se encuentran las personas que por razón, normalmente de edad, de enfermedad o de discapacidad, necesitan ayuda de una tercera persona para desarrollar las actividades básicas de la vida diaria», ha destacado el director general de Atención a la Dependencia, Gori Molina.

Una vez presentada la solicitud, ya sea a través de la Conselleria o mediante a los servicios sociales municipales, los técnicos «estudian cada caso y se documentan para hacer una primera visita en el domicilio de la persona en situación de dependencia». En este sentido, una de las técnicos, Xisca Gayà, ha explicado que su trabajo «no es hacer una encuesta, sino observar y escuchar al usuario, así como observar las patologías que interfieren en su día a día». «Lo que hacen los técnicos en el domicilio es comprobar cuáles son las ayudas que necesita. Por ejemplo, les piden si se pueden duchar a solas, si pueden prepararse la comida y alimentarse de forma autónoma, si necesitan ayuda para desplazarse o si reconocen a otras personas», ha detallado Molina.

A continuación, tras la visita se procede a valorar si la persona es dependiente y el grado de dependencia que tiene y se hace un dictamen de grado dependencia que recibe la persona solicitante. Por último, un trabajador social acude al domicilio de la persona y se acuerda cuál es el recurso más idóneo para atender sus necesidades, ya sea el servicio de ayuda a domicilio, el de teleasistencia, el de promoción de la autonomía personal, una plaza en un centro de día o residencia o una prestación económica.