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De pienso para los animales a producto ‘gourmet’. El uso de la algarroba en el consumo humano ha despegado en los últimos años entre aquellos amantes de la nutrición saludable hasta el punto de convertirse en el oro del campo mallorquín. Cada vez es más habitual encontrar todo tipo de productos elaborados con su pulpa en los supermercados, junto a la almendra o el aceite. También, los amantes de lo ajeno, conscientes de su valor, lo consideran un preciado botín. Los payeses, en plena campaña de recolección, denuncian que el mercado negro y los robos han aumentado considerablemente en las fincas de Mallorca.

Este fruto extendido por toda la cuenca del Mediterráneo ha pasado de ser usado como forraje para el ganado a ser considerado un superalimento. Con el vegetal se saca azúcar, espesantes alimenticios naturales o harinas para hacer cacao o chocolate. «Tiene muchísimos beneficios para la salud, por ejemplo, tiene más hierro que un bistec de ternera y más calcio que la leche de vaca. A nivel global, es alta en magnesio, en calcio, hierro, un producto muy antioxidante, una leguminosa y, también, es uno de los arboles más fuertes y poderosos que ayuda mucho a reducir la huella de carbono. Gracias a su aporte reduce los niveles de colesterol en sangre, es probiótico y diurético, además los productos procedentes de la pulpa, como la infusión y el café, tienen un alto contenido en fibra que ayuda al tránsito intestinal y es beneficioso para personas que quieren mantener la línea. También es fuente de antioxidantes y aporta minerales y vitaminas», explica Joana Verger, la CEO y fundadora de Es Garrover de Mallorca y los productos Johannis, empresa pionera en introducir los artículos para el consumo humano elaborados con algarrobas de la Isla.

Una idea que se cocinó a fuego lento y partiendo de los orígenes. «La idea nació desde el principio de todo. Nací rodeada de agricultores, tractores y del olor de la algarroba. Mi familia, con la empresa productos Martín, desde el año 1945 estamos en contacto con los algarrobos de Mallorca, ya con mi abuelo empezamos a comprar, cuidar y cosechar el producto y ver lo que es el negocio de la algarroba a nivel local y global. La idea Johannis empezó cuando vi la necesidad de plasmar mi punto de vista con lo que habían hecho otras generaciones. Esa fue la parte de innovación, de pasar de ser un alimento para animales a ser un producto gourmet ecológico y local para consumo humano», cuenta.

Juana Verger, de Es Garrover de Mallorca, muestra parte de la cosecha.

Tras un viaje a Perú en 2012 la idea, poco a poco, se fue convirtiendo en una realidad. «Empezamos haciendo la harina de algarroba, que se utiliza para los bizcochos o los batidos, está riquísima por su parecido al chocolate. Se puede consumir de muchas formas, según la temporada se puede tomar en una infusión, a través de las cremas parecidas a la nutella, la salsa para la carne, el pescado o las ensaladas y el sirope que es un edulcorante. Tiene múltiples utilidades».

Sin embargo, a pesar de ser un producto que hoy en día ya se puede encontrar en muchas despensas, su introducción ha sido lenta. Sobre su evolución, Aldo Castellí, gerente de la Cooperativa Camp Mallorquí, considera que se trata de un «mercado en expansión». «Poco a poco crece el consumo a nivel individual de la algarroba, pero todavía hay a muchas personas que le recuerda a las épocas de hambre. Hasta ahora el consumo era principalmente industrial», añade.

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Verger, por su parte, cree que «la evolución no ha sido fácil». «Desde que empecé a crear Es Garrover de Mallorca en 2012, un proyecto social que engloba tanto productores como elaboradores, costó mucho introducir los productos. Empecé con una bolsa de algarrobas en los mercados de Mallorca, cuando empiezas de cero con un producto que no se conoce es difícil. Verlos ahora al lado del aceite o de la almendra, cuando no había costumbre de tenerlos en la despensa, o que el payés me diga que está contento por poder tener esta salida es muy gratificante».

Algunos de las variedad de productos Johannis, elaborados con algarroba.

Mercado negro

La algarroba de esta temporada es más escasa de lo normal y por ello se paga a buenos precios. En los últimos cinco años se ha multiplicado por diez el precio del garrofí, la semilla con la que se elaboran muchos de los productos para el consumo humano. «Este año ha habido un veinte por ciento menos de producción debido a la climatología y a que en los años anteriores hubo mucha producción. El algarrobo es un árbol que una temporada produce más y otra menos», explica Verger.

Un panorama que ha disparado el precio de la algarroba esta temporada y lo ha convertido en un goloso botín para los ladrones. A pesar de que nadie puede poner en venta las algarrobas en el mercado mayorista si no se identifica su finca de procedencia, las ofertas en páginas de segunda mano e incluso en Wallapop han proliferado durante las últimas semanas. De hecho, el Govern, en colaboración con la Guardia Civil, trabaja para poner fin a este mercado negro de algarroba. Desde que se avisaron de los primeros robos en la campaña 2019, la Conselleria d’Agricultura ha mantenido contactos permanentes tanto con la Delegación de Gobierno como con el Grupo ROCA de la Guardia Civil y la FELIB, para articular un mecanismo de coordinación que sea efectivo para evitarlos.

Recogida de algarroba.

A pesar de ello, Miquel Coll, presidente de Associació de la Producció Agrària Ecològica de Mallorca (Apaema), alertó a través de sus redes sociales este mes de septiembre de la «desesperante» situación que viven los payeses con los «continuos robos». «La situación este año es una locura. Tengo amigos, gente campesina de toda su vida que lucha todo el año por sacar adelante su explotación, que ya les han robado tres veces», aseguró.

El protocolo consiste en varios documentos: en primer lugar, un certificado que se expide desde las delegaciones comarcales para cada uno de los titulares de explotaciones que cultivan algarroba, donde aparecen todas las parcelas y que está firmado por la propia Delegación y por la persona que recoge la algarroba en nombre del titular; en segundo lugar, una declaración responsable para todos los propietarios de algarrobos sueltos, o de explotaciones de ocio y autoconsumo que no sean profesionales; y en tercer lugar, el contrato alimentario, que se aplica a partir de una operación de más de 1.000 euros o bien que no se pague al contado, como exige la Ley de la cadena alimentaria.

Un cultivo que crece, una nueva forma de recuperar la tierra, pero que todavía necesita nuevas medidas para evitar acciones fraudulentas. «La tierra de Mallorca tiene un montón de productores y elaboradores que son deliciosos y riquísimos, tanto la algarroba, como la almendra, el aceite, los vinos. Creo que es una combinación de todos los productos, productores y elaboradores, tanto a nivel ecológico como convencional, que todos sumados salvamos el campo. Somos todos, no solo uno», asegura Verger.