Carlos López-Otin, posa con uno de sus libros entre las manos. | R.L.

TW
1

La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) aterriza este martes en Palma con el Tour del cáncer bajo el lema ‘Conocer para curar.’ El científico y catedrático en Bioquímica y Biología Molecular, Carlos López-Otín, es uno de los invitados y compartirá una charla magistral con el presidente estatal de la asociación, el doctor Ramón Reyes. Será a las 19.00 horas en CaixaForum Palma. El objetivo de este encuentro es visibilizar la enfermedad a la sociedad. Hablamos con López-Otín sobre su currículum extraordinario, sus descubrimientos y sobre una de las enfermedades más presentes en nuestra sociedad.

¿Cómo se encuentra? Este año le abraza con la publicación de un nuevo libro, el descubrimiento del genoma de la ‘medusa inmortal’ o las disculpas por parte de investigadores que desacreditaron un trabajo en 2019.
— La vida es como la pintura ondulante de Van Gogh, a veces nos trae cosas muy buenas y en otras ocasiones resulta insoportable. En la ciencia como en la vida a menudo surge el desánimo y la desmotivación, pero si tienes claro el propósito de tu trabajo, es más fácil superar las dificultades. En mi caso, este propósito, que se define muy bien con la bella palabra japonesa ikigai, se centra en buscar las claves moleculares y celulares de la vida y de las enfermedades, y en tratar de enseñar a mis estudiantes todo lo que he aprendido en este viaje de conocimiento. Este afán no ha cambiado en nada.

Aterriza en Mallorca con el Tour del Cáncer, que organiza la AECC. ¿Por qué es importante conocer para curar?
— El cáncer es una enfermedad muy compleja en todos sus aspectos, tanto clínicos como biológicos. Hasta hace pocos años, nuestra ignorancia sobre sus claves era colosal. Pero el progreso reciente ha sido extraordinario y posible gracias al estudio y la investigación. Ese es el camino que hay que seguir y conforma el mensaje de la AECC.

Ha descifrado un gran número de genomas en pacientes oncológicos. ¿Qué mecanismos son los responsables de la enfermedad?
— De manera general, podemos decir que el cáncer surge de la acumulación de daños o mutaciones en nuestro material genético, de ahí la importancia de descifrar los genomas del cáncer, tarea a la que en nuestro laboratorio hemos dedicado un esfuerzo mayúsculo durante años. En un porcentaje pequeño de casos de cáncer, estos daños son hereditarios, proceden de nuestros progenitores, pero en la mayoría de los tumores las mutaciones se producen durante el paso de los años, por errores internos o por actividades externas como la exposición a agentes tóxicos.

En su último libro, ‘Egoistas, inmortales y viajeras’, hace un barrido desde los orígenes de la enfermedad hasta hoy. Seguimos con un dato alto de tumores incurables.
— La realidad es que, a día de hoy, se curan más de la mitad de los tumores malignos y en otros casos podemos convivir con ellos algún tiempo o incluso mucho tiempo. Por eso, siempre digo que hoy es más probable sobrevivir a un cáncer que sucumbir a la enfermedad. Este hecho, poco reconocido, es el resultado del esfuerzo colectivo de la ciencia, la medicina, la epidemiología y de la colaboración de muchos profesionales relacionados con nuestra salud. Sin embargo, tal como enfatizo en el libro, no se puede ser complaciente con lo insuficiente, y si bien los números globales son positivos hay algunos tumores en los que las tasas de curación son inaceptables.

¿Es demasiado prudente decir que algún día tendremos la cura definitiva?
— El cáncer es una enfermedad tan heterogénea que veo muy difícil una única forma de cura. Por eso creo que mientras haya vida habrá cáncer. El cáncer es un mal muy antiguo y forma parte de nuestro legado evolutivo. En mi libro relato la larga historia de esta enfermedad, e incluso, en uno de los capítulos que escribí precisamente en Mallorca, asumo la identidad de un dinosaurio que trata de buscar solución a un cáncer. Los dinosaurios tuvieron tumores malignos, lo mismo que las plantas o cualquier organismo con un mínimo grado de complejidad celular. Mientras poseamos componente biológico y no seamos esos robots metálicos a los que algunos quieren condenarnos, el cáncer estará presente en nuestras vidas.

¿No cree que la quimioterapia queda obsoleta? La ciencia nos viene a decir que los tratamientos personalizados son clave para ofrecer una mayor respuesta.
— No, en absoluto, la quimioterapia ha salvado millones de vidas y ha regalado tiempo y esperanza a muchos pacientes oncológicos y lo va a seguir haciendo. Las terapias personalizadas antitumorales seguirán siendo en muchos casos tratamientos quimioterápicos. Lo que hay que distinguir bien es la quimioterapia citotóxica e inespecífica de aquella centrada en el tratamiento con fármacos específicos dirigidos contra las alteraciones moleculares que porta cada tumor. La búsqueda de la especificidad es uno de los grandes retos de la oncología actual para que los tratamientos no sean tan tóxicos. Las nuevas formas de inmunoterapia van a contribuir de manera importante a este propósito.         

Da la sensación que no se da suficiente dinero para la investigación oncológica cuando debería ser una de las partidas mayoritarias de las arcas públicas.
— Sin duda tu pregunta plantea un grave dilema. Siempre he pensado que sería muy triste y muy frustrante que el avance en el conocimiento no conduzca a una mayor equidad y por el contrario genere nuevas formas de discriminación social. Una sociedad madura y comprometida debería tener muy claras sus prioridades y expresarlas con nitidez.

¿Por qué quiso especializarse en Biología Molecular? ¿Qué lección le ha dado?   
— Nací en Sabiñánigo y allí, rodeado de una exuberante naturaleza, descubrí lo que significa asombrarse por la vida. Desde entonces, he estudiado y trabajado para intentar comprender las claves de los procesos biológicos y las imperfecciones que nos convierten en seres vulnerables ante tantas y tantas enfermedades. He aprendido muchas lecciones, pero todas se resumen en una: somos frágiles, lo milagroso es sobrevivir cada día.

En el campo del envejecimiento, ¿cuáles son las claves moleculares de este proceso?
— Durante muchos años, en nuestro laboratorio hemos investigado las claves de este proceso. En un artículo publicado en 2013 en la revista Cell, definimos nueve alteraciones que subyacen a este proceso, entre ellas están la inestabilidad genética y epigenética, los daños en las proteínas o la pérdida de la adecuada comunicación intercelular.

¿Cómo está madurando la sociedad: como el buen vino o como el vinagre?
— Procuro mirar al futuro con confianza y optimismo. A los estudiantes y a mis discípulos del laboratorio siempre les digo que son parte de una élite cultural que no es muy valorada por la sociedad, pero forman parte de ese escaso grupo de jóvenes que tienen claro que el esfuerzo, la educación, el estudio y la solidaridad construirán su futuro y mejorarán el de su entorno. Sin embargo, no les puedo ocultar que la realidad social tiene un lado muy oscuro, pocas oportunidades formativas, laborales y profesionales para muchos.

¿Cuánto se reducen las probabilidad de padecer cáncer si mantenemos una vida saludable?
— Nada salvará más vidas que la prevención. Las medidas son claras: nutrición natural y adecuada, ejercicio moderado, evitar el estrés y la toxicidad ambiental y humana, mantener los ritmos biológicos en orden. Y nos empeñamos en no prestarles atención.