Antoni Capó, durante la entrevista.  | M. À. Cañellas

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Antoni Capó (Manacor, 1980), director de la región Balear de Enaire desde 2019, afronta un verano complejo, no solo por el tráfico aéreo disparado, sino por la falta de personal, las amenazas que hubo por una huelga general este verano o el impacto que tuvo en Mallorca el parón de profesionales en el centro de control de Marsella. A esto se le suma la pandemia pero, como bien dice, este gremio está preparado para responder de la mejor manera. Capó es ingeniero aeronáutico y sus andaduras en la navegación aérea comenzaron en Airbus en 2005. Desde 2009 ha sido controlador aéreo, supervisor, técnico supervisor y jefe de torre de Palma.

La huelga de controladores de Marsella afectó mucho el tráfico en Balears ¿Por qué Francia controla nuestro espacio aéreo?
—No es que el espacio nuestro esté controlado por Francia, es que la Red Transeuropea de Transporte y los flujos principales que tenemos en Balears, que como sabemos provienen casi todos de Centroeuropa, pasan sí o sí por Francia, con lo cual nos afecta todo lo que ocurra en esa zona así como en europeas.

Tenemos congestión aérea. Superamos cifras de 2019 y usted advirtió que nos quedan cinco meses de aumento. ¿Prevé entonces la contratación de más controladores en Palma?
—Las cifras de este año superan, mínimamente, las de 2019 –que fue un año récord–, en torno a un 2 %. La diferencia de plantilla con respecto a 2022 tuvo controversias porque la empresa Enaire decía que había muchos en Palma y los sindicatos, que pocos. En 2019 sí que hubo incorporación de plantilla pero no estaban formados todavía y no pudimos contar con ellos. Este año sí han entrado y en Balears se pudieron incorporar 11 controladores. Ahora somos en torno a 200 personas.

¿Esperaba una reactivación tan buena tras la pandemia?

—Las previsiones no apuntaban a una mejora tan alta. Baleares está por encima de la media en la recuperación del tráfico aéreo, con lo cual nos preparamos para lo peor porque sabíamos que sería importante tras la reactivación turística. Sin embargo, con los rumores de empeoramiento en otoño, no sabemos cómo afectará, si habrá retroceso o estabilizaremos cifras de 2019.

¿Recuerda otra situación tan compleja en el sector aéreo como ahora: huelgas, falta de personal y retrasos?
—Siempre es complejo. En 2019 tuvimos un verano récord con menos plantilla, fue muy difícil de gestionar. Luego la pandemia, en 2021 las olas de contagio. Estamos acostumbrados a abordar incidencias y garantizar el servicio. La pandemia nos rompió los esquemas, hubo una caída de tráfico bestial y medidas nuevas para los trabajadores. Pero cada día surgen nuevos retos.

¿Se ha planteado dimitir?
—Hay momentos en los que sí que me planteo dejar la dirección, que es un puesto bastante exigente, pero ya llegará el momento. Siempre he pensado que si dejara el puesto, lo haría en un buen momento, y no en un mal momento, para llevarme un buen sabor de boca de algo a lo que he dedicado tanto esfuerzo.