Javier Pérez Arévalo y Fernando Perona junto a la linterna del faro de Portopí. | Teresa Ayuga

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Juan Manuel Molinete Riego y Javier Pérez Arévalo son hoy los dos últimos fareros en activo en Mallorca, un oficio condenado a la extinción desde que en 1992 se promulgó la Ley de Puertos y de la Marina Mercante. La ley declaró a extinguir el Cuerpo de Técnicos Mecánicos de Señales Marítimas del Estado. A sus 69 años Juan Manuel Molinete (histórico torrero del faro de Punta Avançada) ya tiene una jubilación parcial que se convertirá en completa este año cuando cumpla los 70. Desde hace cinco meses Javier Pérez Arévalo vive con Molinete en el faro de Punta Avançada. Será el último farero de Mallorca y se jubilará, si no hay sorpresas dentro de 5 años.

Javier Pérez Arévalo entró en el cuerpo en 1989. Fernando Perona, que trabaja hombro con hombro con Pérez Arévalo, ya no es un farero propiamente dicho, sino que sacó su plaza hace tres años como Técnico de sistemas de ayudas a la navegación mediante concurso oposición. Licenciado en Filosofía, Pérez Arévalo, ha sido siempre un estudioso de los faros a los que ha dedicado toda su vida y su tesis doctoral. Fue durante 33 años el torrero del faro de la Mola en Formentera. Desde hace cinco meses está en Punta Avançada, el último faro habitado de Mallorca en el que viven desde hace más de 30 años Molinete y su familia. Pérez Arévalo se encarga del mantenimiento y reparación de todos los faros de la Isla por lo que viaja a diario por buena parte de la costa.

«En Mallorca hay 17 faros, considerando faro una señal marítima con un alcalde de 10 o más millas náuticas luminoso. Algunos están el lugares delicados, como el estrecho de Dragonera o el Puerto de Sóller, también Punta Avançada». En contra de lo que la mayoría de la ciudadanía pueda pensar Pérez Arévalo es de la opinión de que la extinción de su oficio «no se debe tanto a la solarización o a la automatización de los faros (que sin duda contribuyeron) sino a una decisión política que en 1992 tomó el entonces ministro de Obras Públicas, Josep Borrell». El torrero recuerda que la automatización de los faros no es un fenómeno reciente sino que se inició en los años 20. «En 1920 se automatizó el primer faro en España y en 1929 el primero de Balears, el Faro dels Penjats. Los primeros fueron los que estaban en los lugares más remotos, básicamente islotes, en los que la vida era muy dura», dice.

La Guerra Civil paralizó el proceso de automatización que no se recuperó hasta 1960, año en el que moderniza el faro del islote de Alcanada en Mallorca. Posteriormente se crearon agrupaciones de faros como la de la Mola, donde Pérez Arévalo vivió durante años. «Todos los días subía al mirador y controlaba las señales. Avisaba por teléfono a salvamento marítimo si había algún problema con uno de los primeros móviles que había que eran enormes», recuerda.

El torrero explica que ha habido dos grandes procesos de modernización en los daros de España, de una parte la solarización (sustitución de los antiguos aparatos de gas por placas solares) y de otra la monitorización remota que se produjo a finales de los 90. «Ahora todos están monitorizados, también las balizas. Yo gestiono las alarmas de toda Baleares y si hay una avería grave la compruebo y si hace falta se activa una baliza con control remoto», dice. «Es posible la extinción del cuerpo gracias a que ya no es necesario tener un farero por faro, pero al final fue una decisión política de Borrell», lamenta. La entrada de nuevo personal como Fernando Perona hoy es una excepción.

Lo que hizo España con la extinción del cuerpo fue seguir el ejemplo de EEUU que reprodujeron prácticamente todos los países de Europa menos aquellos donde el servicio estaba militarizado como Italia o Portugal», dice Pérez Arévalo. Desde entonces, a medida que se han ido jubilando los fareros sus plazas no se han ido cubriendo «salvo en contadas excepciones». «La plaza que se creó hace tres años en Mallorca era absolutamente necesaria. Yo, que trabajé para la creación del museo del faro de Portopí y le dediqué 17 años, tuve que dejarlo en 2017 porque ya no daba a basto», dice Javier Pérez Arévalo. El torrero explica que en este momento hay más fareros en Menorca (dos personas) que en Mallorca, donde solo quedan en el cuerpo Molinete (con una jubilación parcial) y él. Este apasionado de los faros invita a la ciudadanía a visitar el museo de Portopí en el que puede conocerse a fondo la historia de los faros de Baleares. Es necesario hacer reserva previa y el horario de visita es de 10 a 15 horas y de 17 a 19 horas de lunes a sábado. Se puede reservar a través de la página web de la Autoritat Portuària de Balears.