Turistas, en una terraza de Palma. | Jaume Morey

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El último informe del Cercle d’Economia de Mallorca confirma las previsiones en torno al final del ciclo expansivo de la economía balear. El mes de julio marcó un punto de inflexión después de más de un año de intensa recuperación y expansión económica tras el hundimiento generalizado que provocó la COVID-19; el impulso se ha ido ralentizando y en ese mes la economía de las Islas entró oficialmente en fase de desaceleración.

Así lo revela un 48 % de indicadores que se han acelerado. Según detalla el informe, es la primera vez desde la primavera de 2021 que no se supera el 50 %, línea que determina la entrada en fase de desaceleración. Asimismo, el crecimiento, aunque notable, se situó ligeramente por detrás de junio: un 84 % en julio por el 85 % del mes anterior.

La previsión del Cercle es que esa tendencia se consolide y el crecimiento económico vaya perdiendo intensidad a lo largo de los próximos meses. «Analizando la evolución temporal de los indicadores disponibles el escenario más probable para las Islas es que la tendencia desacelerada continúe a lo largo del segundo semestre de 2022 y la mayor parte de 2023», asevera el informe para añadir que la desaceleración se hará verdaderamente más evidente a partir de octubre.

La inflación, inevitablemente, va a jugar un papel decisivo en la evolución económica de los próximos meses, especialmente, destaca el informe, en lo tocante a la pérdida de la capacidad adquisitiva de los ciudadanos y el aumento de los costes empresariales. Además, se advierte de que el aumento del tipo de interés inducido a su vez por el aumento generalizado de los precios «puede suponer un incremento significativo de los costes de endeudarse tanto en el sector privado como en el público», justo en un momento en que, este último, el sector público, «se encuentra en unos niveles de endeudamiento ya de por sí muy elevados».

El final del ciclo expansivo de la economía balear era un hecho reflejado en los vaticinios de los expertos en los últimos meses. La duda estriba ahora en saber si el impacto que el cóctel del final de la temporada turística y la persistente inflación puede llegar a ser mayor de lo esperado.
El deterioro de la actividad y las expectativas empresariales en Balears se enmarcan en un contexto europeo en que ésta es precisamente la dinámica dominante.

Es más, se prevé que el archipiélago sufra con mayor dureza que otras comunidades los efectos de la ralentización de las principales economías europeas: la bajada del poder adquisitivo -concretamente de los ciudadanos alemanes y británicos, muy afectados por la crisis energética derivada de la guerra de Ucrania- y la desaparición del ahorro embolsado durante la pandemia incidirán de forma negativa en la temporada turística de 2023, la cual ya se asume que será inferior a la de 2022. Además, a todo ello hay que añadir el goteo de empresas insolventes que en los próximos meses se verán obligadas a presentar concurso de acreedores una vez expirada la moratoria que hasta ahora las mantenía con respiración asistida.