Imagen de archivo de alumnos de Secundaria.

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Superado lo peor de la pandemia, el nuevo curso escolar empieza el lunes 12 de septiembre sin restricciones contra el coronavirus, tras dos años y medio de pandemia. «Es una vuelta al colegio con ilusión», afirma el presidente de la Federació d’Associacions de Famílies d’Alumnes (FAPA) de Mallorca, Albert Lobo. «Hay alumnos que todavía no han vivido un curso como lo entendíamos antes de la COVID», recuerda.

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Sin embargo, los docentes y las familias encaran el nuevo periodo escolar con una gran incerteza: el desafío de aplicar la reforma de la ley educativa, la Lomloe. «Exceptuando lo que hayamos podido leer en documentos oficiales, las familias desconocen el alcance general de los cambios que implicará», lamenta Lobo, que, aun así, apunta que los planes de estudio se pudieron aprobar en agosto en Balears, cuando en otras comunidades todavía no los tienen. «Si esto pasara en materia urbanística seguro que nos sorprendería mucho más, porque todos querríamos saber si una casa se puede o no construir», dice.

El presidente explica que, con el cambio normativa, necesariamente se tienen que cambiar los libros de texto. «Como federación pedimos una moratoria para seguir usándolos, pero no se nos hizo caso», asegura, y recuerda que se han encarecido los precios. La reforma educativa prevé impulsar la digitalización de la enseñanza, pero Lobo habla de «trampa». «La digitalización nos parece bien, pero rechazamos que recaiga sobre las familias, que son las que tienen que comprar los chromebook (ordenadores básicos que usan los alumnos)», afirma Lobo. «La substitución de los libros es una trampa económica: estas computadoras cuestan unos 300 euros, aunque sirven varios cursos, y las licencias de los libros digitales, hasta 20 euros», comenta, y pide no olvidar el principio de equidad en la pública.