Palma, atestada de turistas este jueves ante el mal tiempo. | Teresa Ayuga

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Si hay algo en lo que todo mallorquín concuerda este verano es en la gran cantidad de turistas que visitan la isla. Los números lo corroboran: en junio 2.055.889 turistas visitaron Baleares, un 193,4 % más que el mismo mes de 2021, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Mallorca recupera el liderazgo en el mercado turístico, pero el hecho suscita controversia. La opinión pública se divide en un choque de opiniones, entre quienes defienden su explotación como motor económico y los que, temerosos de sus consecuencias medioambientales, abogan por regularizarlo. La gran dicotomía resurge con fuerza este año. El debate está servido.

«Parece que hay más gente, pero no sé si es por el contraste con estos últimos años de pandemia», es la pregunta que se hace, como muchos, Minerva Alegre. A falta de los datos de la temporada estival, en Semana Santa las Islas ya batieron récord de presión humana. Nunca había habido tanta gente en un mismo día en Baleares que este 15 de abril, Viernes Santo, con 1.540.580 personas, según constató el Institut Balear d'Estadística (Ibestat). Es un 62,8 % más que en la misma fecha de hace 25 años. El dato, de las vacaciones de Pascua, se podría superar en el presente verano de récord: «La cantidad de turistas por Palma me ha sorprendido. Pasear por el centro se hace desagradable», exponía este viernes Elisabet Jubert, vecina de Ciutat. Ella, del mismo modo que su amiga Marga Ginard, reclama regularizar el turismo en la isla, «del mismo modo que lo hacen los islandeses: si quieres menos turismo, pero el mismo dinero, subes precios y filtras».

En mayo, Baleares recibió más turistas que otras comunidades mucho más grandes, como Cataluña o Andalucía. La saturación se nota en las calles y, sobre todo, en las carreteras: «Hay atascos a todas horas y en todas direcciones», critica Ginard. Es la suma de los coches de residentes y toda la flota de vehículos de rent a car. La masificación sobre ruedas saltó a la palestra este jueves, cuando se hicieron virales imágenes de colas kilométricas de coches para acceder a Valldemossa, uno de los pueblos turísticos por excelencia. «Un elemento de reflexión sobre la demanda del Ajuntament de Deià para hacer un estudio de capacidad de carga de la Serra», escribió en Twittter el alcalde de Deià, Lluís Apesteguia.

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Algunas administraciones ya han tomado cartas en el asunto, como es el caso del Consell, el Govern, el Ajuntament de Pollença y la Dirección provincial de Tráfico, quienes han prohibido, un año más, la entrada de vehículos al Far de Formentor entre las 10 y las 22.30 horas, desde el 15 de junio hasta el 15 de septiembre, en un intento por proteger el entorno. Sin embargo, como ha publicado en primicia Ultima Hora, más de 27.000 conductores han sido multados este verano por saltarse las restricciones. Este viernes en Pollença había una medida de tres horas de espera para acceder en taxi desde el Puerto a la playa de Formentor. Miles de coches se han aglomerado en un atasco kilométrico.

La congestión en el tráfico se evidencia también a la hora de coger un taxi o el transporte público en Palma: «A veces no puedes coger el bus porque no cabe nadie más. Tienes que esperar al siguiente o, incluso, al tercero que pase», critica Gemma Renés, una joven palmesana, trabajadora en una panadería. A pesar de los inconvenientes para residentes, recalca que «trabajo ahora no falta» y no ve que ahora Mallorca viva tal extremo como para limitar el turismo. Otro de los ciudadanos encuestados por este periódico, defendía la premisa por excelencia de quienes abogan por la gallina de los huevos de oro: «Estoy totalmente a favor del turismo. La isla vive 100 % de esto». El mismo, negaba que sea necesaria una regulación, ya que «la oferta y la demanda se limitan ellas mismas, no hace falta intervención política. Eso siempre es para peor». Preguntado por colapsos en carreteras y otros problemas derivados de la saturación en Mallorca, asegura que se deben a ineficacia en la gestión: «Fallan las infraestructuras, como la depuradora (huele a peste cuando vas hacia el aeropuerto) o las carreteras, con reducciones absurdas de velocidad».

De 'SOS Turisme' a 'SOS Residents'

A la izquierda, manifestación en Palma contra la masificación turística en 2017 y a la derecha, cartel de la campaña 'SOS Turisme' para la recuperación del sector, en 2021.

En 2017 se celebró en Palma la primera manifestación contra el turismo de la comunidad. Alrededor de 3.000 personas marcharon desde Plaza de España al Paseo del Borne, convocadas por unas cincuenta entidades sociales y contra la masificación turística. Los reclamos por la limitación turística se vieron apagados tras la pandemia. Tres años y medio después de aquella manifestación, en febrero del año pasado, multitud de lugares de Mallorca aparecieron empapelados con carteles de 'SOS Turisme', una iniciativa del colectivo para salvar al sector, cerrado por restricciones durante meses, evidenciando su necesidad para la economía balear. Al fin con la situación sanitaria bajo control y con un 2 % más de vuelos con destino Mallorca la primera mitad del año que antes del coronavirus, resurgen las voces regulacionistas. La plataforma ecologista Terraferida ha lanzado este viernes la campaña 'SOS Residents': «Nadie discutiría una la actividad turística si no comportase una masificación que está sobrepasando todos los límites naturales y humanos».