Ingleses, celebrando un gol en un establecimiento de Magaluf.    | M. À. Cañellas

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La identidad compartida de los británicos se agudiza cuando vienen de vacaciones a Mallorca, donde ingleses, galeses, escoceses e irlandeses del norte se sienten como iguales. Sin embargo, las diferencias entre estas naciones pervive, «sugiriendo que el Reino Unido no ha estado nunca unido del todo», según un análisis de la antropóloga social de la Liverpool John Moores University, Hazel Andrews.

El estudio está enmarcado en las divisiones internas por edad, nivel educativo y región que visibilizó el resultado del referéndum para votar la salida del Reino Unido de la Unión Europea, lo que se conoce como el ‘Brexit’.

La autora sostiene que en Magaluf y Palmanova se ofrecen espacios que permiten a los británicos sentirse «como en casa», pues los comercios y el ambiente que hay «podrían encontrarse perfectamente en cualquier calle principal» de su país. Adrews visitó durante varios meses seguidos estas zonas de Calvià, entre 1997 y 2015. Se alojó en hoteles para estudiar cómo la industria turística promueve este sentimiento para «sacar provecho». Por ejemplo, describe cómo se usa un discurso «tranquilizador» dirigido a los clientes británicos, diciéndoles que se sientan seguros porque «aquí todos son ingleses», cuando también había escoceses, galeses e irlandeses.

La autora explica que en el espectáculo Pirates Adventure «mitifican» conflictos militares que Gran Bretaña tuvo con países europeos apelando a la unidad. A la vez, se hacían referencias que explotan la división identitaria: «¿Qué es un galés con un bastón clavado en el culo?», preguntó un animador. Respuesta:«Una manzana caramelizada».

Nombres de los bares

Andrews también se fijó en que los nombres de muchos bares aluden a alguna de las naciones del reino. Los turistas con camisetas de equipos de fútbol de su localidad o país también expresan el deseo de manifestar una diferencia. Asimismo, la autora documenta la profunda división que los visitantes tienen entre ciudadanos del norte y del sur, siendo estos últimos mal vistos.

La antropóloga entrevistó a muchos británicos muy «hostiles» con los londinenses, que a la larga pueden llegar a ser vistos como un «enemigo interno» entre los que no viven en la capital.