Una bandada de palomas torcaces en su finca. | Kike Oñate

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«Hace dos años sembré 1.300 kilos de habas y solo recogí 1.800, cuando tendrían que haber sido 7.000 u 8.000 kilos», lamenta Jaume Bonet que, junto a Tolo Bonafé, es el último payés que todavía vive profesionalmente del campo en Magaluf. Hace treinta años que faena en la finca de Can Trujillo y, desde hace cinco, dice que la población de palomas torcaces (Columba palumbus) está creciendo tanto que ahora ya no puede sembrar habas porque «arrasan».

«Solo podemos plantar cebada mallorquina y avena, y aun así se la comen. Si esto sigue así, en tres años no podré cultivar nada», asegura, y advierte que es un problema que se extiende a otras zonas del municipio. «Nosotros recogemos la mitad del grano que cogíamos hace diez años», dice convencido.

El gerente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA), Joan Simonet, descarta que en Mallorca haya una plaga de palomas torcaces, pero cree que ha habido un aumento de la población. «No me atrevería a decir que son un plaga, pero sí que causan daños puntuales», explica. Simonet cree que ahora hay tantas que sus depredadores naturales, como las rapaces, «no dan abasto». El gerente comenta que han recibido quejas de payeses que tienen viñas y que se han visto afectados por esta especie de paloma. En algún caso también han observado que se comen los granos guardado en sacas abiertas y al descubierto.

El payés Jaume Bonet hace treinta años que trabaja en Magaluf.

Fuentes del Servei de Caça del Consell de Mallorca contradicen las observaciones de los agricultores y aseguran que la población se ha reducido y que incluso presenta una tendencia a la baja en el conjunto de la Isla. Sin embargo, las mismas fuentes consultadas puntualizan que esto no excluye que haya lugares muy localizados donde «pueda» haber una mayor presencia de torcaces. La institución insular monitoriza las poblaciones de estas palomas, como hace con otras especies.

A falta de poder comprobar in situ el caso descrito por Bonet, desde el Consell descartan que haya una plaga en Magaluf o en el resto de la Isla. «Hay que ser rigurosos; si se solicita que los agentes del servicio vayan a comprobarlo y hagan un informe que salga favorable, el Consell facilitará mecanismos para autorizar acciones de controla de población», aseguran. «No basta la impresión de unos payeses», según consideran desde el servicio.

Jaume Bonet saca una bolsa de plástico llena de semillas de su todoterreno. La coge por el nudo y la eleva con el brazo en alto. «Maté una paloma torcaz a las 8.20 horas de la mañana que se había comido hasta 53 gramos de habas; se las saqué del estómago», aclara. «Si un ejemplar tenía todas estas habas, multiplica por otras mil», añade, porque las bandadas que sobrevuelan sus fincas son muy numerosas. «En junio podía haber más de 2.000 por los campos», afirma, y apunta que van a comer a primera hora de la mañana y por la tarde. Durante el día están en el golf que hay al lado, en Son Ferrer, y por los pinares y las urbanizaciones.

Caza

Bonet lamenta que el Consell no facilita las cosas: «El año pasado podíamos cazarlas a partir del 2 de agosto, este verano será el día 22 y hasta enero». Esto, argumenta, les da más tiempo para criar.
«Esto es una plaga y dará muchos problemas si no se ponen a tiempo», reitera. Bonet explica , por último, que el payés de Son Vich Nou, entre Peguera y Es Capdellà, también padece su problema. Pero que en el pueblo, no pasa. «No llegan porque no siembran cereales como nosotros», concluye.