Los menores disfrutan del verano mientras aprenden actividades lúdicas. | Jaume Morey

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Las escuelas de verano son como un oasis para muchas familias vulnerables. Sobre todo este año de mayor actividad laboral y que, al no contar con redes familiares ni recursos económicos, no saben dónde dejar a los niños. Este año, muchos colegios o centros con actividades de verano para menores en riesgo de exclusión han notado una mayor demanda, y esto ha hecho aumentar las listas de espera, así como un impacto en los más pequeños de los dos años de pandemia. Es el caso del proyecto social Naüm. A través del programa CaixaProinfancia, de la Fundación La Caixa, que lleva desde 2007 trabajando con esta entidad, promueven colonias, campamentos y actividades durante julio y agosto.

Este verano cerca de 140 niños disfrutan de la escuela de verano de Naüm. Son menores con edades entre los 4 y los 16 años.Yolanda Mansito y Manuela Nájera son algunas de las coordinadoras y explican que uno de los objetivos a trabajar con ellos es el tema de las habilidades sociales y la gestión emocional. También promueven con los más mayores del proyecto la responsabilidad en internet y las redes sociales. «Cada semana impulsamos estos ejes dentro del ocio», asegura Yolanda. Las dificultades en las habilidades sociales, problemas en el lenguaje o un gran impacto psicológico son algunos de los aspectos que han notado los coordinadores, sobre todo en los más pequeños. Son consecuencias de la pandemia, afirman, y que por eso están trabajando    mucho las estimulaciones cognitivas.

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Perfiles

Los perfiles de las familias que han acudido este año a escuelas de verano como Naüm tienen, en su mayoría, un perfil de extrema vulnerabilidad que llegan aquí a través de subvenciones desde los Servicios Sociales del Ajuntament. En el caso de esta entidad, priorizan sobre todo población del barrio Son Roca y Son Anglada. El 50 por ciento de los menores son de etnia gitana, les siguen niños y niñas llegados de África. La Fundació Pere Tarrès beca este verano a 150 menores repartidos entre la escuela de verano de Verge de Lluc, el CEIP Alexandre Rosselló y en Can Tàpera. La delegada en Balears, Maribel Trujillo, reconoce que este verano ha habido lista de espera pero que, al contar con la misma subvención que otros años, no han podido ampliar. Los perfiles son en su mayoría de extrema vulnerabilidad. Estas actividades van dirigidas a menores de entre 3 y 16 años. Coindicen en que «ahora mismo, lo que vemos es que son familias que, aparte de tener una situación económica complicada, sus hijos presentan un impacto psicológico y social».