Enriqueta Punte, con una foto de su marido, junto a su hija Andrea Durán en su domicilio.    | Pilar Pellicer

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Sobre las 20 horas del viernes 3 de junio Manuel Casero, de 64 años, empezó a sentir un fuerte dolor en el estómago. Media hora más tarde comenzó a tener espasmos y pasadas las 23 horas se levantó para ir al baño con la ayuda de sus familiares. «No pudimos llevarlo porque pesaba mucho y tuvimos que tumbarlo en el suelo del pasillo; al poco rato emitió un ronquido muy fuerte y dejó de respirar», explica su pareja Enriqueta Punte, de 58 años. No estaban casados, pero llevaban 21 años juntos y compartían piso con su hija Andrea Durán Punte y su marido José Jacinto. «Su muerte no va a quedar impune, sólo necesitaba un médico a tiempo y no lo tuvo», afirma con rabia Enriqueta.

La familia tiene contratado un servicio de teleasistencia domiciliaria de una empresa privada que presta servicios al Govern. Disponen de un aparato con un botón que, al ser pulsado, avisa ante cualquier emergencia a un operador con acceso al historial médico del usuario. El servicio no es sanitario y solamente se encarga de movilizar los recursos que sean necesarios. Al recibir una llamada de cualquier usuario, un empleado avisa al 061 para que envíe una ambulancia, si se requiere.

Sobre las 21.45 horas la familia advirtió por primera vez a una operadora de que Manuel sufría espasmos y mucho dolor de barriga. Hacia las 22 horas les aseguraron que un médico iba para allá, pero la ambulancia no llegó hasta pasadas las 00.30 horas, que es la última vez que llamaron al 112, según explican los tres familiares. Durante la larga espera hablaron varias veces con la operadora, que insistía en que la ayuda estaba en camino. Para ganar tiempo, también llamaron directamente al 061 y al 112.

Enriqueta dice que los sanitarios del 061, al llegar pasada la medianoche, le aseguraron que habían recibido el aviso hacía poco más de diez minutos. Además, hicieron varias pruebas y certificaron que Manuel había fallecido una hora antes de su llegada. A las 2 de la madrugada el cadáver fue trasladado a la funeraria. Al piso también acudieron agentes de la Policía Nacional. «Ellos mismos nos dijeron que no era normal que se hubiera tardado tanto en actuar, y llegaron a decir que los responsables tendrían serios problemas», recuerda José Jacinto. Enriqueta está segura de que su pareja no murió por un infarto. «De tonta no tengo nada, un ataque cardíaco no dura dos horas;he tenido y conozco los síntomas», asegura. Cree que pudo tener algún problema arterial, porque la sangre que le salió estaba coagulada. «Me han quitado la vida, lo pagarán caro», dice, y avisa que irá a juicio contra la médico del 061 que le atendió y la operadora.

El apunte

El 061 asegura que actuó cuando el paciente presentó «signos de alarma»

El 061 recibió la primera llamada a las 21.51 horas, según fuentes del IBSalut. Tres minutos más tarde, un médico del 061 habló con la familia y confirmó que Manuel tenía una patología médica sin signos de alarma; por tanto, se derivó a visita médica. A las 23.22 la familia volvió a llamar al 061 diciendo que Manuel estaba inconsciente. Es entonces cuando el 061 envió una ambulancia porque ya había «signos de alarma». El vehículo llegó al domicilio a las 23.35 horas, 13 minutos más tarde, según IBSalut.