Toñi Narváez, con la pequeña Martina, Maribel, Ajo, Martina y Salud, del CEIP es Pil.larí. | M. À. Cañellas

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La familia de Martina ha dado un paso más para luchar por la inclusión real de esta pequeña, que nació con una anomalía congénita, una delección cromosómica que le ha causado una discapacidad intelectual y física. Tiene el cuerpo de una niña de seis años, pero la mentalidad de un bebé de pocos meses de edad. Gracias al tesón de la familia y de parte del equipo docente del CEIP es Pil.larí, la escuela cuenta desde este jueves con un mural, un abecedario de la lengua de signos para que los compañeros de Martina tengan nociones de este lenguaje.

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«Nos ha costado lograrlo, pero ahora los compañeros de mi hija tienen una herramienta, una abecedario dactilológico para, al menos, tener una mínima noción del lenguaje de signos. Que sepan que hay muchos idiomas y formas de comunicarse. El de Martina es único. Conque solo aprendan a decir un 'hola' a la niña, nos basta. Es un pequeño paso de gigante. Estamos muy contentos. La inclusión social en esto. Pero aún nos queda mucho por lograr», apostilla Toñi Narváez, madre de Martina e impulsora de esta iniciativa, junto con varios miembros del claustro del CEIP es Pil.larí y de la asociación Ningún Niño Sin Terapia-Autismo Mallorca. «Sin Maribel, auxiliar técnico educativo; sin Ajo, maestra de Pedagogía Terapéutica; y Salud, la tutora, esto no hubiera sido posible».

En este sentido, la familia de Martina ha conseguido también que su supermercado habitual, en la zona de Son Oms, haya adquirido para Martina un carrito de la compra adaptado, más ancho de lo habitual debido a su tamaño y su edad. Recordaban entonces que «la gente que no tiene una discapacidad o no está a cargo de una no llega a saber cómo es nuestro día a día. Los carritos de la compra están pensados para llevar a niños muy pequeños, no a críos como Martina, que ya es grande, pero no se la puede tratar como tal».