José Castro Aragón. | Efe

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José Castro Aragón, magistrado jubilado, instructor del ‘caso Nóos’ o del ‘Palma Arena’ publica Barrotes Retorcidos. Memorias de un juez, editado por Documenta Balear. El magistrado repasa toda su vida desde su infancia en Córdoba a su jubilación en 2017 y, aunque aborda su actuación en causas de Anticorrupción, el grueso del volumen se centra en su trayectoria vital, primero como funcionario de prisiones en Córdoba y Sevilla para después ingresar en la judicatura.

Castro comenzó a ejercer como juez en la jurisdicción Social, primero en la Península y más tarde en Palma, donde terminó cambiando al Juzgado de Instrucción 3. En el prefacio, el exmagistrado explica que, tras la serie de entrevistas que dio a la periodista Pilar Urbano y que son la base del libro La Pieza 25, sobre el ‘caso Nóos’, no pensaba abordar sus memorias, pero la editorial contactó con él a través del también juez Julio López-Bermejo, quien firma ahora el prólogo. Castro explica que, tras dudar durante un tiempo, se convenció de escribirlas    cuando se dio cuenta de que «todavía conservo algún recuerdo fiable».

Buena parte del libro incluye reflexiones de Castro sobre el ejercicio como magistrado: «Los jueces tienen que aprender que los conocimientos jurídicos no son incompatibles con el sentido común. Que se pueden tener ambos y que ninguno de ellos ha de sacrificarse». Sobre su actuación judicial, repasa causas como su primer asunto de corrupción, el ‘caso Calvià’ a principios de los años 90 y más tarde el Palma Arena. Recuerda los inicios con el fiscal Pedro Horrach, «nos lo pasábamos bien» y evita polémicas o ajustes de cuentas. Tiene menciones cariñosas a personajes judiciales como con la secretaria Joana Mas y su marido, el magistrado Joan Catany, y los instructores Piedad Marín o Miquel Florit.

En torno al ‘caso Nóos’ señala: «Siempre supe que los señores Urdangarin y Torres solo aportaron su interés por obtener dinero fácil y que fueron otros quienes diseñaron la estrategia para conseguirlo». José Castro se muestra satisfecho por su carrera. Aprovecha el libro para pedir disculpas a la familia de Ana Eva Guasch cuya desaparición nunca se resolvió: «Los padres esperaban de nosotros que la localizáramos, pero no supimos o pudimos dar respuesta».