Gabriel Ensenyat, este miércoles, posando para esta entrevista. | M. À. Cañellas -

TW
97

Gabriel Ensenyat (Andratx, 1961) recupera los debates identitarios en la Mallorca tardofranquista en su primer ensayo, ganador del Premi Octubre Joan Fuster d’Assagi 2021.

¿Por qué Nosaltres, els valencians, de Joan Fuster, desencadenó un intenso debate sobre la identidad en Mallorca?
— Su publicación coincidió con el cambio drástico que trajo el turismo y la migración. Se vio que la identidad, que a grandes rasgos se había mantenido idéntica durante siglos, cambiaba. Esto despertó una conciencia sobre donde veníamos y qué supondría. El debate generó una reivindicación en clave nacionalista asumida por partidos de aquí, pero que condicionó incluso a los de ámbito estatal. La ley de Normalización Lingüística se aprobó por unanimidad.

¿Por qué la mayoría de hoteleros no han apostado por fomentar la identidad de propia?
— Josep Melià aspiró a que lo hicieran al publicar, en 1967, Els mallorquins, pero esta nueva burguesía no estaba preparada intelectualmente. De golpe, les cayó un aluvión de divisas, y ya les fue bien. La segunda generación empresarial se mantuvo igual y no ha asumido una conciencia lingüística ni de país.

Ser la comunidad con más nacidos fuera, ¿destruye la identidad o crea otras nuevas y diversas?
— El historiador Josep Fontana decía que, de cara al futuro, el país sería diferente. Cuesta predecir cómo acabará todo, pero soy pesimista. Podemos tener leyes y toda la voluntad del mundo para aplicarlas, pero ante un alud migratorio continuado desde hace sesenta años… La lengua acabará siendo residual. No sé cómo se puede cambiar, si lo supiera, lo diría.

Defiende que la idea de España es esencialista, al contrario de la catalanidad.
— Los historiadores españoles ganan la Champions a la hora de hacer planteamientos esencialistas. El resto de estados nación van por aquí, hablando de orígenes eternos. Los más catalanistas del mundo tampoco nos creemos los orígenes esencialistas. No queremos replicar ese esquema.

¿Un estado catalán lo repetiría?
— Siempre hay ese peligro. En Catalunya hay una entidad que predica animaladas como las de los españoles, en este sentido. Afirman que Cervantes y Cristóbal Colón eran catalanes. Los que dicen estas cosas nunca han ido a un archivo.

¿Qué lugar ocupa el pasado musulmán?
— La historiografía española, hasta los años sesenta, lo presentaba como algo antiespañol, y el arabista mallorquín Miquel Barceló, en cambio, lo reivindicó. Recuperar el pasado musulmán es un antídoto contra los esencialismos, que se basan en algo que perdura inalterable.

¿Ahora hay más gente en contra de la unidad de la lengua?
— Hay una visceralidad anticatalana que lo contamina todo. Puedes razonar cómo se repobló la Isla con catalanes después de la Conquesta, pero no quieren saber nada de eso. Si la RAE dejara claro que el mallorquín proviene del catalán, que así está aceptado universalmente y que se explica en todas las universidades... pero no dice nada. Es un drama estar debatiendo hoy sobre la unidad de la lengua. Como catalanista, no se me ocurre decir que el andaluz es un idioma que proviene de los tartessos; o que García Lorca no escribía en castellano por ser andaluz.