El ‘Ítaca’ fue comprado en 2006 por Lavao en Italia por seis millones de euros. Aunque habitualmente estaba en Palma, fue matriculado en Melilla, fuera del territorio aduanero de la UE, con lo que se intentaba evitar el pago de impuestos.

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Condena sin trascendencia real. El hijo del malogrado empresario Francisco Lavao ha aceptado una pena de nueve meses de prisión por tres delitos fiscales diferentes vinculados al yate de su padre, el Ítaca. El juicio, celebrado en un juzgado de lo Penal de Melilla, acabó en un acuerdo en el que la Fiscalía reconoció un atenuante muy cualificado de dilaciones indebidas por retrasos en la tramitación de la causa. La pena de cárcel será suspendida y la principal consecuencia para el acusado será pasar tres días de arresto domiciliario para compensar la multa millonaria que acarrea la condena y que no puede afrontar.

El acuerdo entre la Fiscalía, la Abogacía del Estado, del Govern y la defensa de Lavao, ejercida por el abogado Eduardo Valdivia, deja pendiente el pago de los impuestos que no se abonaron por la compra del yate. Son 1,4 millones de euros para el Estado y cerca de un millón por tasas autonómicas. Los dos organismos públicos tendrán que intentar cobrar durante la ejecución de la sentencia, algo complicado ante la situación de insolvencia que arrasta tanto la empresa a cuyo nombre estaba la embarcación como el acusado, con deudas acumuladas desde la quiebra de los negocios de su padre con el estallido de la crisis de 2008. Francisco Lavao compró el Ítaca en el año 2006 en Italia. La embarcación la tenía habitualmente en Palma pero fue matriculada en Melilla. De esta forma quedaba fuera del territorio aduanero de la Unión Europea. La Fiscalía recuerda en su calificación que la embarcación ni siquiera cabía en el puerto deportivo de la ciudad autónoma.

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Aduanas

Aduanas denunció la situación de la embarcación que se había saltado el pago de impuestos como el IVA o el autonómico sobre medios de transporte. Inicialmente, la Fiscalía reclamaba una condena de dos años de prisión y una multa de veinte millones de euros para el único acusado superviviente, que era el administrador formal de la empresa propietaria de la embarcación. Esta sociedad no tenía empleados ni actividad y servía para mantener la propiedad del barco.

Francisco Lavao fue uno de los empresarios más carismáticos que han surgido en Mallorca. Fundó los supermercados SYP, que vendió a finales del siglo pasado a Erosky y más tarde creó el Grupo Ávalo dedicado a la construcción. El final de la burbuja inmobiliaria llevo a su empresa a la quiebra. El cadáver de Lavao apareció en 2010 en los acantilados de Cap Blanc. El único fleco que quedada en los juzgados de su peripecia era este juicio por su yate.