Jaime de los Santos sostiene el libro publicado recientemente. | R.L.

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El café americano ha sido la bebida que ha acompañado al historiador de arte, senador del PP y diputado de la Asamblea de Madrid Jaime de los Santos (Madrid, 1978) par dar forma a 'Si te digo que lo hice' (Espasa, 2022), su primera novela que recorre aquella España marginada y devastada de los años 40, contada en primera persona y bajo la voz de las mujeres, «las auténticas arrinconadas» del Franquismo y de la Historia. De los Santos charlará hoy, a las 19.00 horas, en el Centre Cultural Contemporani Pelaires con Marga Prohens sobre sus primeros pasos por la literatura.

¿Por qué la España de la posguerra tiene nombre de mujer?
—Porque más allá de los desheredados del régimen de Franco, como los rojos, monárquicos, homosexuales o locos, las mujeres, por el simple hecho de serlo, han sido arrinconadas. La Historia las ha asfixiado desde que hay conocimiento de la misma. En el 1933, cuando avanzan con el Sufragio Universal, se abre una pequeña ventana que, tres años después, con la Guerra Civil, y otros seis con el Franquismo, las vuelve a arrinconar.

La adolescencia es el momento de deconstrucción y progreso. ¿Qué mujeres le marcaron en ese periodo?
—Mi madre, mis cuatro hermanas, grandes amigas y profesoras como Pilar Cabero, Beatriz Blasco o doña Blanca, quien me descubrió la belleza de la Historia, la importancia de saber que detrás de la pintura o escultura hay todo un universo. Y estas mujeres se suman las que fui encontrando en el teatro y en los personajes de Federico García Lorca.

El teatro le salvó la vida.
—Sí. Llegué a una escuela de teatro con doce años y descubrí que el mundo era tan diverso como hoy tengo claro que apelo por defenderlo. Gracias a Lorca, descubrí un mundo maravilloso con una sensibilidad infinitva donde yo me quería reflejar. Él es casi como una religiónn donde la palabra y la belleza son sinónimos. Soy lorquiano de corazón, de espíritu y de cabeza. Ha sido el único capaz de trasladar los sentimientos femeninos en lengua española y eso me tiene atrapado.

¿De qué fuentes ha bebido para explicar esa España moribunda?
—He visitado el archivo de ABC, el archivo histórico del NO-DO y el archivo regional de la Comunidad de Madrid para llegar a esa Gran Vía de la década de los 50 con el advenimiento de las grandes productoras americanas. Las fotografías de Martín Santos Yubero y Cas Oorthuys han sido muy importantes para describir muchas escenografías del libro. Para hablar de Cienpozuelos, que aparece en la obra, me leí una tesis doctoral sobre manicomios.

¿Cómo llega a los personajes?
—Quería representar a una mujer que viviera lo más duro del franquismo. Por eso hago nacer a Elvira en el año 39, para demostrar hasta qué punto las mujeres han sido las grandes heroínas que han construido el país que somos hoy en día. Porque sin que las hayan enseñado, nos han dado muchas oportunidades. A mi madre nadie le dijo cómo se construye el mundo y sin embargo fue capaz de resetear décadas de educación para levantar, junto a todas las demás mujeres, la democracia.

¿Y a qué mujeres ha acudido para sacar esa voz tan femenina?
—Soy un feminista convencido y es verdad que cuando confeccionaba los personajes, más allá de todos los lugares a los que he acudido o los familiares a los que he recurrido, he contado con amigas actrices, tales como Irene Escolar, Ana Wagener o Gabriela Flores, entre otras.

Hay algo de belleza en todo el hedor que caracteriza a la protagonista Elvira?
—Claro. Ya lo decía Rilke que la belleza no es nada sino el principio de lo terrible. Yo soy un auténtico seguidor de ese romanticismo de finales de siglo 18 y principios del siglo 19, con José Cadalso y sus 'Noches lúgubres' y de toda esa reflexión de los personajes de Delacroix.

¿Ha caído bien la novela a todos los de su partido?
—Claro. En la presentación, en primera fila estaban Mariano Rajoy con Ángel Gabilondo, el alcalde de Madrid, Marga Prohens o la exministra Fátima Báñez.

Por el contenido, no deja de ser una oda también al feminismo y reivindica la homosexual. Temas que pueden chirriar un poco para algunos políticos.
—Mira, te diré que el 95 % del Partido Popular somos más modernos que los que algunos quieren parecer. Pero como en todas las casas, en el PP hay unos cuantos trasnochados, como aquellos que en el colegio me decían «maricón», a los que hay que tener comprensión, porque son personas que carecen de generosidad.

El mismo partido que en 2005 votó en contra de la ley a favor del matrimonio igualitario.
—El PP se equivocó, pero Mariano Rajoy en el Gobierno no cambió la ley del matrimonio ni prohibió el aborto, un derecho que, desde mi punto de vista, deben de tener todas las mujeres. Y sí, sí se equivocó, no tengo problema en decirlo. Pero la realidad es lo que se demuestra cuando se gestiona y gobierna. Llevamos gobernando una cuantas décadas y somos la comunidad más libre de España. Lo dicen hasta colectivos LGTB.

Si tuviera que definir su obra con un cuadro, ¿Cuál elegiría?
—Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya.

Si tuviera que tomar un café con un icono fallecido, ¿Con quién?
—Con Teresa de Jesús para que me explicara de dónde viene esa fuerza que tuvo para emprender la revolucionó el seno de la Iglesia. Su orden, las Carmelitas Descalzas, dentro del contexto del siglo XVI, fue de una modernidad abrumadora.

¿Qué hay de Lorca en usted?
—Menos de lo que me gustaría y más de lo que la gente puede imaginar de mí. En casa tengo una librería entera sobre Federico García Lorca. Debo de tener casi toda su obra.

Pero no tomaría un café con el poeta.
—Hay personajes que tienes que evitar para que no te frustren. Antes tomaría uno con Goya, que veo más claras sus sombras y me encantan.