La presidenta de la cofradía, Marisa Pérez. | P. Pellicer

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El día después también fue duro para la Cofradía de Penitentes de Jesús del Buen Perdón y Nuestra Señora de las Angustias tras tener que abandonar antes de tiempo, por agotamiento, la procesión del Sant Enterrament de Palma, concretamente en la calle de la Galera. La presidenta de la cofradía, Marisa Pérez, reconoció este sábado, aún con los efectos del cansancio y la pena marcados en su voz, que la decisión de retirarse de la procesión del Viernes Santo «fue muy difícil, pero era necesaria». Los costaleros, los 25 hombres y mujeres que portaban el paso de Nuestra Señora de las Angustias, uno de los dos titulares de la hermandad, no querían abandonar la procesión «pero no podíamos permitir que se hicieran daño ni obstaculizar la procesión, muy a nuestro pesar había que parar», aseguró Marisa.

La presidenta explicó el porqué de la falta de costaleros que tienen ésta y otras cofradías. «La pandemia ha hecho mucho daño. Muchas personas que estaban con nosotros de costaleros eran de otras comunidades y al haber perdido su trabajo durante estos dos años han tenido que regresar a sus lugares de origen».

En el caso de esta cofradía (que este año salió de luto en recuerdo de Margalida Magraner, poeta y consejera de Ultima Hora, que fue su madrina) han pasado de los más de 50 costaleros que tenían antes de la crisis sanitaria, que conformaban dos cuadrillas, una masculina y otra femenina, a los 25 actuales que no dan más que para una cuadrilla mixta.

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Pese a ser pocos, el esfuerzo durante toda la semana ha sido titánico. Procesionaron el Domingo de Ramos con el segundo de los pasos titulares, el de Nuestro Padre Jesús del Buen Perdón, cuando lo habitual era que salieran los dos pasos titulares.

El Lunes Santo volvieron a desfilar, en esta ocasión con el paso de La Piedad, imagen de otra cofradía, la de Santo Tomás de Aquino, por solidaridad con ella. El ritmo no bajó en toda la semana y el Jueves Santo sacaron La Piedad y al Jesús del Buen Perdón, en esta ocasión con ruedas. Para la procesión del Viernes Santo las ilusiones eran máximas para portar el paso de Nuestra Señora de las Angustias, «un palio que está hecho para sacarlo a costal, no con ruedas, por lo que los costaleros con toda devoción lo intentaron, pero al final no pudo ser y salieron con el corazón roto», lamentó Marisa. «Lo dieron todo y estamos muy orgullosos de ellos y también de su gran compañerismo», pues habían ayudado a otras cofradías.

Este sábado tocaba «desmontar e ir recuperando fuerzas», admitió la presidenta, quien aseguró que «ahora mismo estamos agotados y no podemos pensar en la Semana Santa del año que viene».
Seguro que para el próximo año saldrán con la misma fe e ilusión, y con más experiencia.