JEn la imagen, Miguel Deyá, decano de Filosofia i Lletres de la UIB; la ponente Eva Borreguero, profesora de la Complutense; Joan Manuel López Nadal; y los vicedecanos Pere Salas y Joana Maria Petrus. Los cinco abrieron la jornada, organizada por el Àrea d’Història Contemporània.

TW
2

El mallorquín Joan Manuel López Nadal, embajador jubilado con una amplia trayectoria diplomática, abrió ayer la jornada Invasió d’Ucraïna i el nou ordre mundial, organizada por la UIB. López Nadal habló sobre La guerra d’Ucraïna i la nova geopolítica europea. Inició su intervención expresando su condena «sin excusas ni matices» a la agresión de Putin y su «admiración hacia el pueblo ucraniano por su resistencia». La primera conclusión del diplomático fue que «después de mes y medio, el desarrollo de la guerra no es el previsto. Vladimir Putin quería una guerra relámpago y no se esperaba la resistencia de los ucranianos ni el liderazgo ejercido por su presidente, Volodímir Zelenski. En este conflicto, sólo Turquía tiene algunas posibilidades de éxito en una mediación. Los ucranianos no acaban de fiarse de Hungría».

López Nadal se remontó en la Historia: «Con la disolución de la URSS en 1991, las fronteras de la OTAN corrieron hacia el este, incluyendo las repúblicas bálticas y estados del antiguo Pacto de Varsovia, ejerciendo una mayor presión sobre Rusia. Llegados a este punto, no sólo para Putin, sino para una buena parte de la opinión pública rusa, resulta inaceptable que Ucrania también se integre en la OTAN. Lo considerarían una amenaza para su seguridad».

En cualquier caso, para el diplomático, «el prestigio de Putin está por los suelos y Rusia ya está sufriendo elevadas pérdidas humanas y las primeras consecuencias económicas de la guerra. Putin quería debilitar la OTAN y romper la UE por dentro, apoyando a la extrema derecha europea. Ha conseguido lo contrario. Ha resucitado la OTAN. Con la salida de Trump y la entrada de Biden, las relaciones entre EEUU y Europa han mejorado. Y la agresión de Putin a Ucrania también ha reforzado la UE, que ahora es más firme en su unidad y es más solidaria. Incluso ha decidido apoyar militarmente a Ucrania, lo que valoro positivamente».

Brújula

Ese refuerzo supone, según López Nadal, que «la UE adquiera una nueva dimensión geopolítica, más allá de una vertiente económica y unos valores comunes. Hasta ahora, la UE no tenía un perfil geopolítico propio, sobre todo en seguridad y defensa. Debe empezar a marcarlo, con una brújula estratégica propia, ante China, el propio Putin y unos EEUU que pueden regresar en el futuro al trumpismo». De todos modos, aunque empiece a marcar perfil, «los retos geopolíticos de la UE empiezan en su interior. La situación de los derechos humanos en algunos países europeos es mejorable y también pueden estar en peligro en el resto. Cada país debe mejorar su democracia y España no es una excepción. Y la UE, que ha sido solidaria con los ucranianos, también debe ser humanitaria con los refugiados que llegan de Siria, Yemen, Afganistán o África. No podemos convertirnos en la Fortaleza Europa con un Santiago y cierra España a escala europea».

Tras los retos interiores, Joan Manuel López Nadal enumeró los retos exteriores: el mundo indopacífico (India, Japón, Corea, Australia), el Mediterráneo (Sahara, Argelia, Libia, Egipto) y África, «donde, siendo activos y generosos, es necesario un plan de cooperacióin y control humanitario de las migraciones», en opinión del experto. Finalmente, López Nadal consideró «inevitable que, en esta nueva autonomía geoestratégica, Europa gaste más en defensa. Debemos empezar a pensar en una mayor responsabilidad geopolítica y cambiar las prioridades. No sabemos si Putin caerá o no, pero si la guerra se alarga su situación empezará a ser insostenible ante su propia opinión pública. Tampoco sabemos hasta cuándo podrán resistir los ucranianos y hasta cuándo podremos ayudarles».