Anastasia y Vitalii, en Plaça d’Espanya de Palma para esta entrevista. | Jaume Morey

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El poder de una guerra también se mide desde internet. Lo sabe bien Vitalii Ivanov, un ucraniano que llegó hace tres años a Santa Ponça, Calvià, desde Járkov, una de las ciudades más devastadas por la guerra rusa. Es programador y desarrollador de software, aparte de experto en ciberataques. Su especialidad le ha llevado a colaborar con hackers de todo el mundo y con el gobierno de su ciudad natal, y ha contado con el apoyo, incluso, de Anonymous para detectar espías y ataques desde Rusia.

En Mallorca vive desde hace poco con su mujer Anastasia Kryvosheya. Hace unas semanas que llegaron a su casa su hermana y su cuñado, tras pasar un largo tiempo en Budapest (Hungría) porque quedaron atrapados tras estallar el conflicto en Ucrania. «Estaban haciendo turismo y, cuando todo empezó, no pudieron regresar a Poltavia, una ciudad muy cercana a la capital, Kiev», cuenta en un inglés fluido.

Tanto su hermana como el novio han podido continuar con su trabajo desde la Isla, una vez obtuvieron el permiso pertinente. La capacidad económica de estos hermanos es suficiente como para ayudar a sus padres, quienes continúan en Ucrania: «Mi padre siente que tiene que ayudar y mi madre no lo quiere dejar solo».

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Vitalii habla sin pudor de la realidad que habita en Rusia: «Vladímir Putin hace pura propaganda. Todo lo que dice es mentira y muchos rusos están infectados de sus palabras», dice tajante. «El problema que tiene es que pone sobre la mesa argumentos que luego no están firmados en papel, por lo tanto no son verdaderos. Pero siempre ha hecho lo mismo. Esta es la realidad del régimen».

Vitalii tiene un hermano en Moscú casado con una rusa. «Lo que me cuenta es que allí la gente está en shock y que la calidad de vida está bajando. Mucha gente ha perdido el trabajo y quiere escapar».

Anastasia habla cada día con su familia, que sigue en Járkov. «Mi madre y mis abuelos permanecen encerrados, no es seguro vivir allí. De tanto escuchar aviones militares y bombas, se han acostumbrado a ese sonido», detalla la joven. La última vez que Vitalii pisó su tierra fue en noviembre de 2021, y no pensó que esto pasaría, a pesar de los ocho años de conflicto con Rusia: «Los rusos han demostrado que no son buenos. El ejército de Ucrania está motivado, y eso es fundamental para ganar una guerra y defender el país, más que las armas que uno pueda tener».

Sobre el futuro, plantea dos cuestiones: «O que los gobiernos se escuchen y firmen un acuerdo de paz en poco tiempo o comenzará una guerra civil en Rusia cuando la población vea que la economía se destruye por completo». De momento, Vitalii confía en la fortaleza de su país y en que el mundo abra los ojos ante «un país dirigido por una de las personas que más miedo dan en el mundo».