Olena y José Antonio, con sus sobrinas Maryna y Liudmyla, en el salón de su casa de Palma. | J.A.SOBREVIELA

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José Antonio Sobreviela, mallorquín, y su mujer ucraniana, Olena Pasyeka, nunca pensaron que este año deberían hacer el viaje más difícil de sus vidas para poner a salvo de la guerra de Rusia en Ucrania a las dos hijas de la hermana de Olena, Maryna (18 años) y Liudmyla (14 años), así como a la hija del hermano de la misma, Anhelina (16 años). En estas páginas, Sobreviela relata para Ultima Hora una experiencia que, sin duda, ya les ha marcado para siempre.

24 de febrero

Rusia invade Ucrania, mi cuñada Vita nos llama a las 04.00 diciéndonos que Rusia ha empezado a bombardear las ciudades y que las sirenas suenan a todas horas. Desde ese día la comunicación con ellos es diaria y constante. Nosotros veíamos desde hace semana que la acumulación de tropas en la frontera era algo más que peligroso y por ello les decíamos que vinieran unos días por si las moscas. Al final se produce la invasión del sátrapa de Putin con ayuda de Bielorusia, otro sátrapa y palmero de Vladimir. A día de hoy continua la guerra y va para largo…

2 de marzo

Me llama mi mujer llorando y dice que le ha llamado su hermana y nos pide que vayamos a por las niñas (dos hijas suyas y una sobrina), añade que como su marido se tiene que quedar ella decide por amor no abandonarlo y quedarse con él, para lo bueno y para malo. Yo le dije en ese momento a mi esposa, desde lo más profundo de mi corazón: «¡yo voy detrás de ti a donde sea!». Ese mismo día compramos los billetes a Varsovia vía Viena, y alquilamos una furgoneta de nueve plazas por si las moscas. Tendríamos que volver seis más las maletas de las niñas…. Al final vamos para Polonia mi mujer Olena Pasyeka, mi cuñado Oleksandr (foto circular) y yo.

Nueva vida. Liumyla y Maryna en la casa de sus tíos, en Palma, a la que llegaron a principios de mes después de dejar a sus padres en Ucrania. Las jóvenes han iniciado, de momento, una nueva vida en Mallorca a la espera de qué pase con su país de origen.

3 de marzo

Salimos para Viena a las 07.30 horas de la mañana y llegamos sobre las 10.30 horas, esperamos una hora para el transbordo. A Varsovia llegamos a las 15.00 horas para luego recoger el vehículo de alquiler. Desde allí a toda pastilla hacia la frontera de Rava-Rus’ka, aproximadamente a 400 kilómetros. Llegamos sobre las 22.30 horas al punto de encuentro y estábamos en contacto permanente con Vita, pero por lo visto se les averió el vehículo en el que viajaban y tuvieron que esperar a que les recogiera otro coche para continuar un camino duro, triste, desolador e incierto pensando en poner a salvo a sus hijas y sobrina y además sabiendo que quizás no las vuelvan a ver. Es francamente muy duro, esa noche fue para nuestra familia el día más difícil de nuestras vidas.

Al final salen a pie por la frontera a las 02.00 de la madrugada, por el paso fronterizo hacia Polonia. La verdad es que en esos momentos en que ves pasar autobuses repletos de niños con y sin madres se te rompe el alma en mil pedazos, tu mente esta helada y bloqueada ante esas imágenes. También vimos a una madre muy joven pasar a pie con 5 grados bajo cero con una niña de 2 años en una mano y en el otro brazo un bebe totalmente envuelto por mantas y todo ello con lo puesto. Brutalmente desgarrador. Lo que vemos por la televisión, en redes sociales, en tik tok... es la punta del iceberg, hay que estar allí para verlo a través de tus ojos y comprobar que en miles de años el ser humano no ha avanzado ni un ápice en su comportamiento. Una vez las niñas en nuestros brazos y viendo a sus compatriotas mi esposa ofreció a otras mujeres con niños muy pequeños la posibilidad de llevarles a Varsovia o a cualquier punto de Polonia que necesitaran. Una de ellas nos dijo que tenía mucho miedo y que no nos conocía, por lo que se quedaba a esperar a mas familiares allí en el paso de la frontera. Había ONG que habían montado unas carpas para dar la primera asistencia a todas las personas que pasaban a pie la frontera… Desde ese día tengo claro que mi alma se partió en dos.

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4 de marzo

Llegamos de nuevo a Varsovia sobre las 09.00 de la mañana, sin dormir desde la salida desde Palma. Decidimos ir directamente al aeropuerto para salir en el primer avión, pero estaban los precios prohibitivos y en muchos casos ya no quedaban plazas. Desde Palma nuestra hija nos consigue unos billetes para Palma vía Londres para el sábado por la mañana. Así que fuimos a hacer PCR para todas las niñas y luego decidimos ir a un hotel cerca del aeropuerto para poder descansar unas horas. Esa tarde mi cuerpo me dice basta y sobre las 16.00 decido irme a dormir un rato. Para mi sorpresa me despierto con sudores fríos y noto algo sobre mi cara… Me habían despertado mis propias lagrimas sobre el rostro, eran las 22.30 de la noche y hasta las 02.00 no pude para de llorar… En mi mente, la imagen de aquella joven cruzando la frontera con el recién nacido en brazos y su hija pequeña en la otra mano. No podía parar de llorar y cuando lo intentaba me salían más lágrimas. Mi mente me decía que teníamos que haber subido más gente a la furgoneta y aún estoy muy arrepentido de no haber podido ayudar a más gente.

Imagen de las tres niñas, en uno de los trenes que cogieron para conseguir llegar a Palma.

5 de marzo

Salimos hacia el aeropuerto de Modlin y Ryanair nos pide el visado para poder embarcar a Londres, la verdad es que Inglaterra al no ser de la Unión Europea te pide este documento. Durante la compra del billete a través de internet no te informan de la solicitud de dicho visado, quise poner una reclamación pero se negaron en rotundo a darnos la hoja de reclamaciones, así opera Ryanair, vendiéndote hasta su abuela en los aviones y no dejándote descansar en el vuelo… En fin es la última vez que viajo con ellos… Imagínense la escena, aeropuerto de Modlin sin opción de embarcar a Palma. La cara de la niñas era todo un poema, mi mujer mirándome a los ojos. En ese momento decido un plan B que nos llevó a Palma. Entre paréntesis: quiero agradecer de todo corazón a la Cruz Roja y especialmente al pueblo de Polonia por la ayuda a los refugiados ucranianos, no hace mucho un tercio de Ucrania perteneció a Polonia pero debido a las guerras del siglo XX las fronteras cambiaron.

Desde Modlin cogemos un tren a la estación central de Varsovia y desde allí otro tren a Berlín. Pensé que lo mejor sería salir desde un aeropuerto con el mayor número de vuelos directos a Palma de Mallorca; por tanto, siguiente parada, Berlín. Después de 8 horas y casi 600 kilómetros de tren llegamos a la estación central de la capital alemana y desde allí después de reponer fuerzas (había un puesto de comida organizado por ONG) nos vamos en tranvía al aeropuerto de Berlín-Brandeburgo. Todo ello con los billetes que pude comprar con el móvil mientras esperábamos en la estación de Varsovia.

6 de marzo

Ya en el aeropuerto de Berlín-Brandenburgo conseguimos embarcar, primero lo hicieron mi mujer y dos sobrinas y tres horas después cogemos el avión mi cuñado, mi otra sobrina y yo, el segundo vuelo a Mallorca. Llegamos a Palma sobre las 20.00 horas y por fin pienso: objetivo cumplido.

7, 8, 9 y 10 de marzo

Tenemos que agradecer de nuevo a la Cruz Roja, al Ajuntament de Palma, a la Conselleria d’Educació, al IB-Salut y a la Policía Nacional todas las facilidades dadas a la hora de dar asistencia legal al refugiado, empadronamiento, tarjeta sanitaria y escolarización de una forma rápida y ágil. Para  toda aquella gente que quiera matar dos pájaros de un tiro, si piden cita previa para empadronarse les recomendaría que lo hicieran en la oficina de atención de Pere Garau, ya que al mismo tiempo pueden solicitar la tarjeta del bus y te la dan en el mismo momento.