La alergia al polen es la más habitual en primavera. | Josep Bagur Gomila

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La primavera no será buena para los alérgicos, según ha avanzado la doctora Sendy Chugo, especialista en alergias del IB-Salut. «Los pronósticos no son buenos, aunque será más leve que en otras partes de la Península. La falta de lluvia hace que tengamos una mayor concentración de polen suspendido en el aire; cuando llueve, el polen se humedece y cae al suelo. También la falta de precipitaciones hace que tengamos una mayor acumulación de contaminantes como el dióxido de nitrógeno. Esto al unirse con los pólenes hacen que sean molécula más alergénica todavía», ha manifestado. Los alérgicos a los pólenes serán los más afectados esta primavera y presentarán «síntomas nasales, oculares y, en algunos casos, hasta bronquiales». Esto se debe a que «la primavera es el momento que coincide la polinización de gramíneas, árboles y malezas, aunque hay pólenes también que polinizan fuera de esta estación», según ha explicado Chugo.

En Baleares la alergia más frecuente es a los ácaros del polvo doméstico debido a los factores medioambientales, especialmente la temperatura y la humedad. «En España las zonas costeras húmedas y las Islas han mostrado tener las mayores concentraciones de ácaros; lo que influye en los porcentajes de sensibilización a ellos. En Baleares las cifras de sensibilización alcanzan al 67 por ciento de los alérgicos, superiores al 43 por ciento de la media nacional», ha precisado la alergóloga. En cuanto a pólenes, la alergia a Parietaria, olivo y gramíneas son las mas frecuentes. «Lo más frecuente es ser alérgico a más aeroalérgenos, los pacientes monosensibilizados son casos mas puntuales», ha explicado.

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Un 30 % de los baleares son alérgicos

Chugo ha informado que aproximadamente un 30 por ciento de la población de las Islas padecen alguna enfermedad alérgica; como se ha mencionado anteriormente, la alergia a los ácaros supera a la media nacional. En este punto, ha destacado que hay estudios que señalan que para el 2050 casi la mitad de la población tendrá algún tipo de problema alérgico.

El tratamiento más habitual que se aplica a los alérgicos «persigue suprimir los síntomas, mejorar la calidad de vida y evitar el progreso de la enfermedad. El tratamiento dispone de unas medidas combinadas como la evitación del alérgeno (si ello se consigue no aparecen los síntomas, aunque no siempre es posible con los alérgenos ambientales), el uso de medicamentos (eficaces para controlar o reducir los síntomas alérgicos mientras se estén usando, aunque no detienen el progreso de la enfermedad) y la inmunoterapia o las vacunas antialérgicas (cuyo fin persigue crear tolerancia).