Una imagen de la explotación ganadera de S’Hort de son Coves, en Campos. | Lola Olmo

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El campo mallorquín, y también en de Menorca y las Pitiüses, arrastra una larga cosecha de dificultades que se han agravado en 2020 con una sequía que obliga a los ganaderos a importar alimento para sus animales, y en 2021 por el continuo incremento del precio de sus costes de producción, arrastrados por la escalada del gasoil y la electricidad. El estallido de la guerra en Ucrania, principal país productor de cereales del continente europeo, ha sido la puntilla para un sector primario que se ve tentado a tirar la toalla y desaparecer, harto de luchar contra adversidades que no son imprevisibles, como pueda serlo el clima, sino que dependen de la política internacional.

Incertidumbre por el pienso

La guerra de Ucrania ha bombardeado también a la ganadería mallorquina. La sequía que sufren las Illes Balears merma las cosechas propias de cereales y los ganaderos se ven obligados a comprar el alimento para sus animales: vacas, cerdos, ovejas, gallinas... ninguno puede prescindir del pienso. Lo compran en la Península, acarreando severos costes de transporte, y un 50 por ciento del cereal que se importa procede de Ucrania.

«Los almacenes no se comprometen a tener suministro ni a cerrar un precio a un mes vista, por la guerra», apunta Joana Mascaró, gerente del sindicato Unión de Pequeños Agricultores y una de las pocas personas jóvenes que están al frente de la vaquería de S’Hort de Son Coves. Ha tomado el relevo en la granja que abrió su bisabuelo por la misma razón que lo hacen las familias que no se resignan a cerrar: por amor a su mundo. «Estas vacas y esta granja han sido de nuestra familia por cuatro generaciones, me he criado aquí y conozco a cada uno de nuestros animales».

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Joana Mascaró, su padre y Sebastià Sagreras, ganaderos.

Sebastià Sagreras, ganadero veterano de Campos, es contundente: «Estamos en la situación más crítica que he visto jamás; tenemos que traer comida de la Península y nos sale más caro el transporte que el propio pienso o alfalfa». También califican de ironía que «un kilo de pienso sea más caro que un litro de leche».

Un problema común

La falta de rentabilidad por el constante aumento del precio de los insumos y el bajo precio que cobran los payeses por sus productos no es un problema exclusivo del sector lácteo. La misma dependencia del pienso, los fertilizantes como la urea, del gasoil, el aceite de motor o la electricidad es extensible a los criadores de cerdos, de ovejas, de aves de corral o yeguadas de caballos, entre otros oficios ligados al campo. También a los agricultores que se dedican a los cereales y cultivos herbáceos, muy castigados por la sequía en 2021 y los primeros meses de este año.

El año pasado la campaña del cereal finalizó en Mallorca con una cosecha un 40 por ciento inferior al año anterior de media, pero en zonas del Migjorn la merma alcanzó el 80 por ciento. La Conselleria d’Agricultura salió al rescate con ayudas específicas para la sequía por valor de 1,9 millones.

Los datos que refleja el gráfico que ilustra esta página son el aumento de coste de producción para un ganadero comparando el mismo mes de 2020 y de 2021. El precio de la urea -uno de los fertilizantes más usados- subió un 172 por ciento; el de la luz, más de un 127 por ciento; el gasoil se incrementó entre un 38 y un 56 por ciento, y el pienso y el aceite, más del 40 por ciento cada uno. Y esos datos aún no reflejan los efectos de la guerra en Ucrania. En las dos últimas semanas el precio del gasoil y de la electricidad ha seguido subiendo

Por su parte, los cereales y la cebada se han situado entre 310-320 euros la tonelada, cuando su precio habitual oscilaba entre 220 -240 euros. «El cereal es la base de la alimentación animal y está un 50 por ciento por encima de su precio normal», apunta el presidente del sindicato agrario ASAJA, Joan Simonet. «Los animales tienen que comer cada día; si una granja cierra ya no volverá a arrancar, hay mucho trabajo de selección genética y otros factores. Entonces o cierras o tienes que seguir aguantando», añade.

Entre las diversas ramas de la ganadería mallorquina, el ganado ovino es el que tiene una menor dependencia del pienso y la alfalfa «en el sentido de que los puede suplir mejor», explica. Incertidumbre y resignación imperan actualmente en el campo balear, sin rentabilidad y sostenido, prácticamente, por las ayudas europeas que reciben de la Política Agraria Común.

Las organizaciones agrarias han tomado cartas en la situación que vive el campo y piden soluciones. Unió de Petits Agricultors (UPA) reclama que ante los efectos colaterales de la guerra en Ucrania, la Unión Europea (UE) debe tomar «medidas excepcionales en política agraria, proteger a los agricultores y ganaderos de la escalada de costes que afrontamos y permitir sembrar todo lo posible.

Entre las medidas que plantea UPA para paliar la falta de alimentos por la guerra de Ucrania están que se puedan sembrar los barbechos (goret) y que se permita el pastoreo en ellos; poder plantar girasol en lugar de arroz o maíz, y que se permita comprar materias primas de Sudamérica, EEUU y Canadá, una opción que también apoya Francia y a la que Europa era reticente, hasta ahora, porque son en su mayoría, transgénicos. ASAJA apoya estas medidas excepcionales puesto que «si no aceptamos grano de los mercados americanos, la sequía continúa y no tenemos cosecha propia, tendremos desabastecimiento», apunta Joan Simonet.

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Joan Simonet, presidente del sindicato agrario ASAJA, y Joana Mascaró, gerente del sindicato Unión de Pequeños Agricultores.

Ambos sindicatos coinciden en la necesidad de abaratar los costes de producción para que los agricultores y ganaderos de las Illes puedan ser competitivos. «Según un estudio realizado por Agricultura en 2020, producir un litro de leche en la península costaba 0,30 euros y en Balears, 0,45 euros; no podemos competir en igualdad de condiciones. Solo con subir 0,18 euros el litro de leche -de los cuales solo 0,6 serían para el ganadero- se podrían salvar las 16 vaquerías que quedan en Mallorca». También critican que estemos viendo subida de precios en los supermercados, «pero al payés nos pagan lo mismo que antes».

Falta de compromiso local

Otro de los factores que lamentan es la falta de sensibilidad del consumidor. «Todo el mundo habla de producto local y de Km 0, pero cuando va al supermercado coge la leche más barata, sin mirar la calidad; tenemos 15 millones de turistas y turismo de calidad, pero no hay un compromiso con el territorio; el turismo consume una gran cantidad de recursos, pero no hay una solidaridad hotelera para conservar lo que queda de payesía, el paisaje que cuidamos».

El apunte

El precio del gasoil pone en jaque al sector

El gasoil es imprescindible para la maquinaria que se usa en el campo. El aumento del precio entre un 38 y un 56 por ciento en 2021 respecto al año anterior, ha quedado desfasado desde la invasión rusa de Ucrania y el inicio de la guerra. Esta semana, el gasoil para uso agrícola ha superado los 1,30 euros. El precio del litro de gasoil se ha multiplicado un 301,6 por ciento respecto a 2020. Lo mismo pasa con la luz, otro «lujo» imprescindible.

El apunte

Las cooperativas piden que se garanticen los insumos

Cooperatives Agroalimentàries, presidida por Jerònima Bonafè (en la foto), reivindica el papel de los agricultores y cooperativas en el suministro de alimentos de calidad a precios razonables. Y pide medidas para asegurar el suministro de insumos imprescindibles para la agricultura, ante la probable nueva escalada de precios como consecuencia de la guerra.