Palma se llenó de familias 'disfrazadas'. | Pere Bergas

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La magia y la ilusión del Carnaval se adueñaron ayer de las calles de Ciutat, que acogieron una nueva edición de Sa Rueta, un día diseñado para los niños que, con una alegría contagiosa, disfrutan de meterse en la piel de sus personajes favoritos.

La originalidad y el buen gusto destacaron en las vestimentas. Disfrazados de superhéroes y villanos, hadas y princesas, todo tipo de animales, indios y vaqueros, vikingos, bomberos, policías, tripulantes de Among Us o soldados de El juego del Calamar, de Mario Bros., Arale, el Tío Cosa de La Familia Addams, Greta Thunberg o Fernando Alonso, los críos disfrutaron de una gran cantidad de actividades y espectáculos en distintos espacios del centro de Palma, con el objetivo de evitar aglomeraciones.

En el Carrer de l’Unió los pequeños montaron en un carrusel a pedales, le dieron el toque final a sus disfraces en los pintacaras y, frente al Teatre Principal, dieron rienda suelta a su imaginación mientras pintaban el asfalto con tizas de colores. En la Plaça del Mercat pusieron a prueba sus dotes de escalador en un rocódromo, y jugaron y danzaron bajo una nube de pompas de jabón.
En la Rambla, uno de los espacios que contó con mayor afluencia de público, disfrutaron de una amplia variedad de espectáculos: alucinaron con los trucos del loco Mago Félix; rieron a carcajadas con el teatro de La Caputxeta Vermella y quedaron sorprendidos con las marionetas de Teresetes i Rondalles, con las que conocieron la historia de Es Jai de sa Barraqueta.

En la Plaça d’Espanya pudieron subirse en un bus o un camión de bomberos y entrenar su habilidad en la bicicleta en el circuito de la Policía Local de Palma. El Carrer de Sant Miquel, con la música de Los Estupendos Burruños, capaces de animar hasta un velatorio, sirvió como un portal al mágico mundo circense, que se hizo propia la Plaça Major. Allí, el Circo Stromboli dejó boquiabierto al público, que disfrutó de sus numerosos, vistosos y arriesgados espectáculos. Además, los niños participaron en un taller de circo.

En la Plaça de Cort tuvieron la oportunidad de tomarse una foto con el Drac de na Coca y los Gegants i Capgrossos de la Sala. La jornada arrancó a las 11 de la mañana y se alargó hasta las 14 horas. El buen ambiente fue la tónica dominante de una fiesta donde la soltura con la que los niños vestían sus trajes delataba que ya llevaban una semana con ellos. En cuanto a los adultos, fueron muchos los que decidieron disfrazarse y, a pesar de las quejas y la vergüenza, también disfrutaron como niños.