Antón Costas. | Pere Bota

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El nuevo mapa global pospandemia es un sapo abierto en canal, relleno de los bisturís de gurús de la economía que remueven sus tripas tratando de leer el futuro en ellas. La disección de Antón Costas (Vigo, 1949) evita trazos gruesos, sobrevuela las estadísticas macroeconómicas y prefiere meterse en las casas por la ventana. Se permite un único dogma: no habrá recuperación verdadera que no pase por el reequilibrio social y el rescate del trabajador y su familia. Su concepto de cabecera: la nueva prosperidad. Este miércoles lo explicó en el Hotel Valparaíso, invitado por el Cercle d’Economia de Mallorca.

¿Qué es la nueva prosperidad?
— Si queremos acabar con el resentimiento y la rabia en nuestras sociedades y con la polarización política hay que recuperar la prosperidad y el progreso social para todos: mejores empleos para más gente y en más lugares del país. La pérdida de prosperidad de las últimas cuatro décadas tiene que ver con la pérdida de empleo y con los malos salarios. Si queremos tener sociedades relativamente armoniosas hay que recuperar una prosperidad basada en mejores empleos.

Se está ya regenerando tejido empresarial, pero ¿ cuándo va a llegar esa recuperación de las familias?
— No es un efecto automático. El cuándo depende del cómo: de cómo nos enfrentemos a la recuperación y seamos capaces de llevarla a todos los ámbitos de la sociedad. La crisis de 2008 se alargó hasta 2013, pero la crisis por la pandemia solo duró 12 meses. ¿Cuál es la diferencia? En 2008 cargamos todo el coste de la recesión sobre los trabajadores con la política de austeridad, una barbaridad en términos de macroeconomía. Ahora hemos metido dinero público y de los bancos centrales y hemos recuperado rápidamente los niveles de actividad. Nos falta llevarlo a todos los lugares de la sociedad.

¿Cómo se consigue eso?
— Hay dos caminos: mantener las políticas que en estos dos años han permitido no destruir empleo e invertir en educación para los niños y en vivienda para los jóvenes. Nuestras políticas tienen que virar hacia ellos.

Dicen que de las crisis se sale fortalecido. ¿En qué saldremos fortalecidos de esta?
— No estoy de acuerdo con esa expresión, me parece oportunista porque culpabiliza a los que quedan atrás. Algunos saldrán fortalecidos pero otros se quedarán en la cuneta dependiendo de cómo se afronte la crisis. Los más débiles caerán si no tienen apoyo público.

¿La pandemia nos va a dejar algún cambio estructural definitivo?
— Yo he hablado de la estrategia de las tres R. Esta crisis necesita resistencia, recuperación y reinvención. El capitalismo es maníaco-depresivo, tiene fases de euforia y de depresión, y una crisis como la de ahora te obliga a reinventarte porque las cosas no van a ser las mismas: han cambiado conductas, hábitos de consumo, etc. Ya estamos viendo esos cambios estructurales.

Las casas de lujo ganan terreno a las plurifamiliares. ¿Se puede reorientar el mercado para proteger el acceso a la vivienda?
— Voy a hacer una afirmación fuerte: en España no ha habido política de vivienda durante toda la democracia. Política de vivienda es aumentar la oferta para los sectores sociales que más lo necesitan. Tenemos una política de incentivos fiscales que solo puede ser aprovechada por aquellos con bases fiscales amplias. La única verdadera política es aumentar el stock de viviendas de compra y alquiler a un precio asequible.

Potenciar el turismo a la vez que se protege a la sociedad de sus efectos secundarios: masificación, subida de precios... ¿Hay fórmula?
— No tengo la fórmula mágica, pero viéndolo a distancia lo que se está haciendo en Balears no me parece mal. El turismo es una de las industrias más perdurables y estables en el tiempo. Hay que aprovechar esta crisis para reforzarla y creo que se están haciendo cosas en buena dirección. Hay que equilibrarlo con la sostenibilidad medioambiental y social.

¿Balears está corriendo demasiado con la transición energética o demasiado poco?
— Más que acelerada hay que hacer una transición energética equilibrada y prudente, metiendo en la ecuación todas las variables. Si ese equilibrio puede avanzar rápido, estupendo, pero acelerar mucho en una sola dirección lleva a corto plazo a que todo se estropee. Este tipo de experimentos –como lo de hacer de las Islas un laboratorio verde– se pueden hacer mejor en el ámbito autonómico que en el nacional, porque se adaptan a las condiciones de cada territorio.

¿Se está produciendo una reorientación de la hegemonía económica mundial hacia Oriente?
— Se están reequilibrando aspectos de la economía internacional que no habían funcionado hasta ahora, como la globalización, que tal como la conocíamos no podía continuar. Los fondos Next Generation no son sino una rectificación de las políticas industriales europeas de tipo estratégico. Además, en el pasado decantamos la búsqueda de la prosperidad hacia el mercado y olvidamos el papel del Estado. Estamos recuperando un cierto reequilibrio económico, pero eso no significa un mal futuro para Europa. El futuro es Europa, no China ni EEUU.