Para la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo no es admisible que la educación, la sanidad, la dependencia y los servicios públicos dependan de la extrema derecha en España. | Efe

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La del «cordón sanitario» es una expresión muy en boga en las últimas horas al albor de los resultados de las elecciones autonómicas en Castilla y León. Recordemos que el PP solo podrá gobernar en caso que Vox le apoye con sus 13 procuradores. Otra opción sería una abstención del PSOE. Ante esta posibilidad su líder nacional, Pedro Sánchez, ha declarado que si los conservadores quieren la abstención de los socialistas deben pedirla, y además marcar distancias inequívocas con el partido de Santiago Abascal. No solo en Valladolid, también en Murcia, Andalucía y Madrid, territorios donde el poder autonómico de los de Pablo Casado se sustenta con los votos de la ultraderecha.

El concepto de cordón sanitario aparece por primera vez en un contexto sanitario, valga la redundancia. Por ejemplo cuando una población sufría una epidemia de peste se establecía una barrera física o bien un perímetro imaginario con el objetivo de detener la propagación de la enfermedad. No es la primera vez que este término se aplica trasplantado a la política en relación a Vox, una formación que a menudo se distancia del resto por sus posturas en materias como la igualdad, la inmigración o los derechos LGTBI.

¿Por qué los partidos de izquierda, tanto en el ámbito estatal como local, insisten en tratar de aislar a Vox mediante un cordón sanitario? Veamos qué han dicho los políticos en las últimas horas al respecto. La vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, ha cambiado el calificativo de «sanitario» por el de «democrático». Así ha pedido un «cordón democrático» a Vox en Castilla y León que no es finalista en sí, sino que pretende evitar su futura entrada en el ejecutivo regional, en un contexto de ascenso de los ultraconservadores.

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«Me gustaría que tuviéramos un país en el que el cordón democrático, que no sanitario, se impusiera. Cualquier posición favorable a que no dependa la educación, la sanidad, la dependencia y los servicios públicos de la extrema derecha en España».

Antes que ella el presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, ha reclamado a Pablo Casado que los populares rompan sus pactos con Vox en toda España como paso previo y necesario a un apoyo al gobierno en minoría del PP en la Junta de Castilla y León. El Gobierno cree que al PP le ha llegado la hora de excluir a Vox «para siempre» y «en todos los territorios».

No obstante, algunos socios de investidura como ERC han avisado este miércoles al Ejecutivo de coalición del riesgo de que Vox acabe ocupando los asientos del PP como principal partido de la oposición, o incluso algo más. En el primer cara a cara tras las elecciones en el Congreso de los Diputados, el presidente del PP no ha respondido a Sánchez y ha eludido el guante que le ha vuelto a lanzar el Ejecutivo. En los pasillos del Congreso varios miembros del Gobierno han insistido en que a Vox no hay que hacerle un «cordón sanitario» sino «un cordón democrático». «Le vendría bien a España», ha señalado la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez. En el pleno Sánchez también ha alertado de las políticas negacionistas de Vox en torno a la ciencia y al cambio climático.

Al principio de la semana en el Parlament Més per Mallorca ya consideró necesario y urgente marcar distancias con los de Abascal. Según su portavoz, Miquel Ensenyat, conviene plantear «un cordón sanitario contra la extrema derecha», y aunque recordó que ningún otro partido se ha sumado a su idea «es hora de pasar a la acción». Según Ensenyat, una posibilidad para llevar a la práctica dicho aislamiento es no entrar en debates con Vox sobre algunos temas ni dar eco a sus propuestas. Sin embargo, Patricia Guasp (Cs) confrontó con el representante econacionalista y afirmó que un cordón sanitario les hace más propaganda y les sitúa como falsas víctimas.