‘Papallona del boix’, que ha causado efectos muy dañinos y rápidos en Suiza, Francia, Catalunya y Navarra. | LUIS NÚÑEZ/RUBÉN CASAS.

TW
1

El justamente valorado paisaje de Baleares cuenta con una importante presencia forestal. Concretamente, de las 500.000 hectáreas de las Islas, 220.000 (el 44 %) son forestales y de éstas, el 96 % son privadas. En el caso de Mallorca, son protagonistas el pinar y el encinar, con 85.000 y 21.000 hectáreas, respectivamente. No siempre es perceptible a simple vista, pero nuestros bosques se ven sometidos a la presión de las plagas de invertebrados. Las más conocidas son: banyarriquer de l’alzina (Cerambyx cerdo), cuca peluda de l’alzina (Lymantria dispar), cuca o processionària del pi (Thaumetopoea pityocampa), perforadors del pi (Tomicus destruens y Orthotomicus erosus), barrinadora del garballó (Paysandisia archon) y papallona del boix (Cydalima perspectalis).

Luis Núñez, jefe del Servei de Sanitat Forestal de la Conselleria de Medi Ambient i Territori, explica que «en Balears no estamos sufriendo problemas especialmente graves con las plagas. Diría que no estamos fatal, pero, indudablemente, hay que prevenir y actuar para evitar males mayores, y estamos muy expuestos a la meteorología. Cuando llueve, nuestros árboles están más sanos y vigorosos. Sin lluvias un árbol está débil, es más fácil que sea atacado y opone poca resistencia. Si está fuerte, tiene capacidad para defenderse».

Tal vez la plaga más conocida es la de la processionària del pi. Curiosamente está declarada oficialmente como plaga en Mallorca, Menorca y Formentera, no así en Eivissa, aunque está detectado un llamado foco incipiente de plaga. Precisamente, en este 2022 se cumplen 80 años de la llegada de la procesionaria a Mallorca. Según Núñez, «la procesionaria ha ido a más en Mallorca en los últimos años, sobre todo en el Migjorn y el Llevant, con poblaciones de pinos más aisladas. La procesionaria tiene virus, bacterias y parásitos que le afectan, pero continúa su expansión. Tal vez su presencia vuelva a reducirse dentro de unos años, pero hay que descartar que todas las zonas con procesionaria bajen a un nivel 0 de afectación. La procesionaria no mata al pino, pero lo debilita. En un nivel máximo de afectación, otros insectos lo rematan».

Ph08022211-3.jpg
Luis Núñez sujeta una caja nido.

¿Hay que confiar en la naturaleza y en el control natural de las plagas? El jefe de Sanitat Forestal señala que «hay cinco especies de aves insectívoras y cuatro de murciélagos que pueden alimentarse de procesionaria y por ello colocamos cajas nido. Es un control biológico, pero no va a solucionar el problema. También colocamos trampas de feromonas y recurrimos a la pulverización mediante medios aéreos y terrestres de la bacteria Bacillus thuringiensis, un método biológico que acaba con el 60 % de las orugas. Igualmente, tenemos el método expeditivo de cortar bolsones. Como otra vía de control biológico, la UIB está estudiando la producción de parasitoides. Y a nivel de afectación muy localizada, en chalets o colegios, está la endoterapia, es decir, la inyección de fitosanitarios en el tronco».

La presencia del barranyiquer de l’alzina también está creciendo. Este insecto está protegido a nivel europeo, pero en 2016 se consiguió su desprotección en Balears. Núñez indica que «podrá parecer un sistema rudimentario, pero en 2023 colocaremos 15.000 trampas para el barranyiquer con vino y azúcar en las fincas públicas. Los propietarios privados tendrían que hacer lo mismo: trampear y talar las encinas afectadas, siempre que sean señaladas por un agente de Medi Ambient. Cuando en los bosques de encinas había carboneros que los gestionaban, este insecto estaba mucho más controlado. Y hay un problema con las cabras, pues devoran las encinas jóvenes. La geneta o especies invasoras como el mapache o el coatí pueden comer banyarriquers, pero son casos muy puntuales».

La cuca peluda de l’alzinar presenta la particularidad de manifestarse con esporádicas explosiones demográficas, con presencias masivas con años de diferencia entre una y otra. Luis Núñez destaca que «es una defoliadora muy voraz que se alimenta de hasta 600 especies vegetales. En caso de detección, actuamos rápidamente con tratamientos aéreos y terrestres, pero lo importante es la prevención y para ello tenemos una red de alerta temprana a través de trampas de feromonas. Si hay muchas capturas, es un aviso serio y es el momento de actuar para pararle los pies».

Orugas de procesionaria, en pleno de proceso de enterrarse.

La barrinadora del garballó fue detectada por primera vez en Mallorca por el propio Núñez en 2002, en los jardines del Hotel Formentor. El responsable de Sanitat Forestal comenta que «estamos haciendo un intenso seguimiento, pero la mariposa vuela muchísimo y se está dispersando rápidamente. En el foco original, los jardines del Hotel Formentor, los garballons más altos han desaparecido por completo. Aquí también hay que hacer un llamamiento a los propietarios privados para que apliquen un tratamiento con profesionales y productos fitosanitarios autorizados». Tras hablar de defoliadores, ahora toca referirse a perforadores, en este caso del pino. El Tomicus y el Orthotomicus. Si la procesionaria debilita los pinos, estos insectos los rematan.

‘Caps de fibló’

Hay que ir con mucho cuidado tras el paso de tormentas y caps de fibló, pues los pinos afectados resultan muy atractivos para estos coleópteros. En la zona de Banyalbufar, tras el último cap de fibló, se colocaron 160 trampas con atrayentes químicos que engañan a los perforadores, que creen que se encuentran ante un árbol debilitado. En estos casos, indica Núñez, «los pinos afectados se pueden pelar, cortar, triturar, quemar o sacar. Sea lo que sea, lo mejor es no dejar ningún resto. Hay propietarios que cortan los pinos, hacen montoncitos y los dejan. Esos montoncitos son un reclamo de primer orden para los perforadores, que se pueden extender a los pinos sanos vecinos».

Luis Núñez explica finalmente que «nuestro servicio cuenta con una red de seguimiento general en 24 parcelas ubicadas en fincas públicas y hemos elaborado planes de sanidad forestal para prevenir plagas en cada espacio natural protegido. Para actuar en fincas privadas, necesitamos contar con la autorización de los propietarios».