Las ventas de los pequeños locales se están viendo resentidas por los contagios y la propia reticencia en general de la gente a echarse a la calle estos días.    | A. BORRAS

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Después de un arranque esperanzador el pasado fin de semana, el efecto de las rebajas se ha ido diluyendo y el sector del comercio ya asume que enero no será el balón de oxígeno que necesitaban para sobrevivir a la campaña invernal. El problema se agudiza en el caso del pequeño comercio: ómicron ha devuelto los volúmenes de actividad a los niveles típicamente pandémicos del pasado año y sin visos de mejoría cercana, por lo que el mes se da prácticamente por perdido.

Las patronales del pequeño comercio reconocen que la evolución actual de la situación sanitaria no permite ser optimista. Máxime cuando el suyo es un negocio de proximidad que, a diferencia de las grandes superficies, depende de que la gente se eche a la calle. «Hay poquísima gente en la calle, no parece que estemos en rebajas», explica el presidente de Pimeco, Antoni Fuster. Su homólogo en Afedeco, Antoni Gayà, añade que en realidad las bajadas de precios para dinamizar la actividad han ido empalmándose en los últimos meses.

«Nosotros ya empezamos las rebajas hace mucho tiempo con los bonos de consumo del Govern y el Ayuntamiento de Palma en octubre y luego con el Black Friday. Fue positivo pero ahora volvemos a estar parados. Estamos en un momento muy delicado para nuestro sector». La situación es doblemente preocupante si se tiene en cuenta que enero es precisamente el mes que debe contribuir a paliar las cifras tradicionalmente bajas de febrero y marzo, por lo que muchos ya se están resignando a tener que esperar hasta Semana Santa sin caja de ahorros para volver a registrar buenas facturaciones.

«Las rebajas nos ayudaban a aguantar hasta entonces y a sacar todo el stock», explica Fuster. Por ello, espera que el primer trimestre «va a ser muy duro». A la falta de afluencia de clientela hay que añadir el aluvión de bajas laborales también por la pandemia. La ausencia de un solo trabajador puede resultar letal para los pequeños establecimientos, de modo que no es raro que, al igual que en el invierno anterior, muchos opten por bajar la barrera y esperar tiempos mejores para reabrir. O al menos los que puedan volver a hacerlo.

Aunque todavía sin cifras oficiales, Pimeco hizo a primeros de mes estimaciones que fijaban en torno a unos 200 los comercios cerrados que deberían estar abiertos en esta época del año. Por lo que respecta a la cuestión de las bajas laborales, las patronales volvieron a insistir ayer en su reunión con el Govern en la necesidad de acelerar las tramitaciones de altas y bajas, ya que «un par de días pueden marcar la diferencia para un pequeño negocio», recalca Gayà.

Las grandes superficies, por su parte, parecen estar aguantando mejor el tirón. Así lo reconoce al menos el responsable de Comunicación de El Corte Inglés, Antonio Sánchez, si bien es cierto que tras el fin de semana se ha notado también un bajón significativo. No obstante, en su caso al menos se espera que el próximo fin de semana haya otro buen repunte de la actividad. «Lamentamos que esta sexta ola nos vaya a penalizar justo ahora, pero hay que empezar a asumirlo como algo natural», señala Sánchez, para añadir que está siendo concretamente la sección de confección la más damnificada estos días y que otras como electrónica, deportes o alimentación resisten mejor el chaparrón.

El apunte

El Govern intentará aumentar las ayudas europeas para el sector

El Govern se reunió este miércoles con los responsables de las patronales de comercio para analizar la situación del sector y planificar su futuro. Según informaron, el objetivo es que la partida de los fondos Next Generation destinada al tejido comercial llegue a ser un 2,5 % del montante total.