Moreno durante la preparación de su último proyecto.

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Punta Cana se ha convertido no solo en el paraíso caribeño de millones de personas de todo el mundo, sino que cada vez atrae a más ciudadanos de Baleares que buscan emprender una nueva vida. Tanto es así que existe un complejo denominado Casa Balear, un punto que reúne a centenares de mallorquines que residen en esta localidad. Javier Moreno (Madrid, 1966) recaló en Mallorca con tan solo 12 años junto con toda su familia. Su madre es de Santanyí, pero al llegar a la Isla se establecieron en Palma. Un viaje a Cuba en enero de 1994 cambiaría por completo su vida. «Un hermano y yo nos fuimos a pasar un mes y antes de irme le dije a mi madre que ‘creo que me voy a quedar allí y no volveré’. Al final sí que volví, pero en diciembre de ese mismo año me mudé a República Dominicana. Tenía la sensación de que el Caribe era mi destino, y no me equivoqué».

Javier lleva allí 27 años. Ha visto evolucionar la Punta Cana de los noventa: «A todos nos ha sobrepasado la expectativa, nadie se imaginaba que Bávaro (Punta Cana) llegara a ser lo que es hoy. Incluso a los propios hoteleros les ha superado. Debería ser un tema que se analice en las universidades, de cómo nació esta localidad y cómo se desarrollará», dice. Negocios En diciembre de 1994, Javier y su hermano José Miguel se metieron de cabeza en las ofertas complementarias. Montaron un parque temático justo cuando Punta Cana empezaba a convertirse en algo grande. «En ese momento, había cinco cadenas hoteleras mallorquinas muy importantes que sumaban 7.000 habitaciones. Hoy, hay 50.000. Bávaro recibe el 65 % del turismo de toda la República Dominicana», explica.

Ha vivido en el poblado de pescadores Buen Hombre.

Tras ese proyecto inicial, los dos hermanos abrieron en 2004 un proyecto para nadar con delfines y en 2008 se lanzaron con un otro de inmersión. «Hay que pensar que la primera vez que llegué al país, por ese aeropuerto entraban alrededor de 350.000 pasajeros. En 2018, la cifra fue de cuatro millones. Las empresas han crecido conforme ha ido creciendo el turismo», reconoce. Su último negocio lo sacaron adelante en 2015.

Si hace un repaso por sus años en el Caribe, el primero fue el mejor: «Viví durante seis meses en la bahía Buen Hombre. Es un sitio que a mí me dio mucho oxígeno». Moreno reconoce que «soy un enamorado de Mallorca, pero Punta Cana también es mi casa». No concibe irse de la República Dominicana como tampoco de Balears y se plantea su última etapa de vida con un pie en cada Isla.